Opinión

Educación sexual

Educación sexual

En nuestro país,  uno de cada cuatro  partos ocurre en menores de 18 años, y las tasas de mortalidad materna y  de enfermedades de transmisión sexual son altas  sobre todo en jóvenes y adolescentes.

La Vicepresidenta se reúne con  Su Eminencia Reverendísima buscando consenso para enfrentar esta realidad,  en tanto que el Poder Ejecutivo crea una comisión para vigilar los partos en adolescentes.

Hacer frente a esta problemática desde un abordaje preventivo,  enfocado en la educación sexual en el hogar, en la escuela y a través de los medios de comunicación, es una buena opción. Sin embargo, muy a pesar de que todos los sectores de la sociedad, incluyendo la iglesia católica, están de acuerdo  en ofrecer  programas de educación sexual, no se ha logrado consenso  en  cuanto a los contenidos,  la edad de inicio y quién deberá impartir esta educación. 

¿Cuáles son las  aptitudes y prácticas que deseamos fomentar en nuestros jóvenes y adolescentes?   Información y habilidades para posponer el inicio  de las relaciones sexuales;  reducir el número de parejas y que, una vez iniciadas las  relaciones sexuales, las mismas  sean consensuadas   y protegidas   con el  condón y /o  la anticoncepción de emergencia.

 El enfoque de valores que  promueve solo la abstinencia, descartando  información sobre los medios anticonceptivos, bajo la premisa de que promueve las relaciones sexuales, ha demostrado ser  una medida ineficaz e inefectiva.  Diversos estudios han demostrado que la actividad sexual entre jóvenes adultos se reduce o, por lo menos, permanece igual, después de programas de educación sexual que incluyan información  y distribución de condones.

La educación efectiva  debe empezar desde muy temprana edad, de manera gradual,  e iniciar a partir de la ocurrencia de dos paramentaros conocidos: la primera menstruación y/ o edad promedio de inicio de las relaciones sexuales. De no hacerlo así, la Internet, el cine y la TV llegarán primero con información no siempre adecuada.

La educación sexual debe informar a los jóvenes sobre el mundo real, un mundo donde la gente tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio. Esto deberá ayudarlos a entender los riegos y responsabilidades que acarrean las relaciones sexuales,  así como las destrezas  necesarias para  reconocer y denunciar  a los predadores sexuales que les acosan. 

Posicionar la prevención como el escenario principal para responder a esta realidad  ha sido un objetivo difícil de alcanzar en las últimas décadas, sobre todo por la oposición de un sector conservador de la sociedad  que influye en la cúpula político religiosa. Sin embargo, los acontecimientos recientes de embarazos en menores, y  los casos de pedofilia,  permiten  priorizar y avanzar con esta agenda.

La reunión sobre educación sexual celebrada en México en el 2009, promovida por la ONU y en la que participaron los ministros de educación y salud de las Américas, puede ser un buen marco para  empezar a  diseñar los  programas  en la escuelas.

El Nacional

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