Opinión

Ejecución aplazada

Ejecución aplazada

La posposición del impuesto adicional de un 1% por el uso de  vehículos privados y de transporte es lo que más se parece al aplazamiento de una ejecución. De todos modos te van a sacrificar. Y para el 2014 faltan pocos meses. Nada parece impedir la medida, a no ser que productores, profesionales, comerciantes y pequeños empresarios se lancen a las calles  a protestar enérgicamente frente a la posibilidad de su exterminio. Si las manifestaciones públicas han funcionado en otros países, ¿Por qué no hacer lo mismo aquí?

Recaudaciones voraces como estas, repetidas y sin límite, no hacen otra cosas que propiciar,  aún más, la corrupción, el clientelismo político y el derroche estatal.  Mientras tanto,  las clases medias empobrecen estrepitosamente,  y los pobres se convierten en parias sociales a merced de los partidos que reparten el presupuesto del Gobierno. ¿Adónde va a parar un país con una estructura que liquidas las fuerzas productivas y generadoras de ideas creativas?

 Es esperanzador pensar que el presidente está ganando tiempo para eliminar este gravamen proponiendo modificar el paquete fiscal que se hizo aprobar tan pronto ocupó el cargo.  En cinco meses nada va a cambiar para los propietarios de vehículos, condenados irremediablemente a pagar la ineficiencia de oficinas recaudadora recaudadoras cuyas metas están orientadas exclusivamente a duplicar las cifras presentadas por sus antecesores, sin importan cuantas cabezas tengan que  cortar.  Parecen no tener la capacidad de entender, ni importárteles, que le apretando el cuello a una sociedad saturada de impuestos directos e indirectos ya insostenibles.

Pierde la fe, las fuerzas y el deseo de salir adelante cualquier individuo que comience el día pagando  la energía eléctrica más cara e ineficiente del planeta, consumiendo combustibles  abusivamente penalizados, pagando ITBIS, asumiendo los altos costos de la  educación, salud, agua potable y seguridad, debido a la falta de calidad de tales servicios, ofrecidos por el Estado.

Cuadro propiciador de grandes desigualdades en el que la gente pierde su capacidad de comprar e interactuar en una sociedad de  consumo cuyo motor principal que mueve la economía es el comercio. Si la gente deja de comprar carros confortables, conforme su status profesional, si no puede mantener vehículo pesado que le sirva como medio de vida, ¿quién, carajo, va a pagar impuestos? Como si no fuera suficiente el exagerado 18% que pagas en todo lo compras cada día, incluyendo la casa que alquilas o adquieres, te vienen ahora con una nueva carga por circular en un auto por el cual has sacado una placa que pagas anualmente para toda la vida. Más abusador e insensible, imposible.

El Nacional

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