Por falta de lluvias, hay escasez de agua en el país y el presidente Medina, acaba de encomendar a ese sector, presentar un plan de contingencia con medidas urgentes que mitiguen los efectos de la sequía en el país, una de las peores de los últimos 20 años.

No es un problema dominicano solamente, afecta a todos los continentes y cerca de 1.200 millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial, vive en áreas de escasez física de agua, mientras que 500 millones, se aproximan a esta situación. Otros 1.600 millones, alrededor de un cuarto de la población mundial, se enfrentan a situaciones de escasez económica de agua, donde los países carecen de la infraestructura necesaria para transportar el agua desde ríos y acuíferos.

En nuestro país, ambos riesgos están presente, por un lado, atravesamos la peor sequía en los últimos 20 años, y por otro, carecemos de una infraestructura de redes y vías necesarias de recolección y repartición del agua sólida. Pero además, hay que considerar que esta escasez se agudiza a causa de una construcción socio cultural de costumbres derrochadoras, que impiden una actitud sana frente a este recurso de vida.

Ahora mismo, mientras Ud. lee esto, aquí en nuestra ciudad, hay seguramente un número alto de personas con acceso al agua corriente, manguera en mano mojando frentes de casas y aceras para refrescar del resol, o lavando y barriendo el patio a manguera abierta, o dejando que niños y niñas se mojen ¨a manguerazo¨, para mitigar el calor jugando, etc.

Dentro de esos planes de contingencia, el desmonte de prácticas cotidianas de derroche y descuido de los bienes naturales, tendría que haberse incluido hace muchos años, pero al menos, ahora, hay que tenerlo en cuenta. En Santiago, como en todo el país, es frecuente encontrarse con personas haciendo uso indiscriminado del agua y la aplicación de algunas reglas de constreñimiento, se hace necesaria.

Pero cualquier plan a nivel local o nacional, debe reconocer que las mujeres juegan un importante papel en el manejo del agua, ya que son las que la recogen, utilizan y administran no solo en los hogares, sino también en la agricultura pluvial y de riego, en muchos casos. Son las que tienen mayor conocimiento de este recurso, su calidad, fiabilidad, restricciones y métodos para almacenarla. Por lo tanto, son la clave del éxito de toda política y programa para el desarrollo de los recursos agua y riego, así como para administrarla en períodos de escasez.