Opinión

El bulevar de la vida

El bulevar de la vida

Reinventar la Patria

           Pobres, lo que se dice pobres siempre hemos sido pobres, pero eso sí: casi felices en las caricias existenciales que esta nacionalidad bullanguera nos regala cada tarde, cualquier madrugada.

         Y es que antes, aunque pobres, los dominicanos vivíamos inmersos en el barrio, el club, la esquina, teníamos nuestros héroes y nuestro orgullo. Para entonces, Guacanagarix cantaba menos, tenía menos rating y admiración entre nuestras gentes y en especial entre nuestras familias dominantes y casi gobernantes. O sea, que estábamos jodidos -política y económicamente-, pero felices de ser lo que éramos/somos, ni más ni menos.

       El siglo XX nos regaló el esperpento de “una satrapía sin ejemplo”, nos trajo Doce Años de sangre, pero también nos mandó el azar la estirpe de Minerva Mirabal, la verticalidad de Juan Bosch y sus siete meses en dignidad… y así fuimos tirando, hasta que un buen día, caído el Muro de Berlín, derrumbado en sus fracasos el Socialismo Real, llego dominante la  señora globalización, y el mundo fue un pañuelo in english, la televisión y el cine se reconfirmaron como instrumentos de colonización pacífica, y muchos se convencieron que no vale la pena y es una vergüenza SER DOMINICANO.

          Craso error. Y lo digo, porque debe ser triste dejar de sentirse dominicano y saber que no se podrá jamás ser otra cosa, aunque otro pasaporte te ampare ante la prepotencia posible de algún oficial de Migración. Debe ser triste ese NO SENTIRSE NI PERTENECER a ningún lado, ese despreciar a los amigos casi hermanos, disimular la familia o renegar del bar de la esquina y sus sones. Por esta crisis de identidad que la globalización y sus armas, algunos colegios bilingües y el desdén de los gobiernos han traído, es el tiempo de reinventar la patria, y reconocer, humildes, la verdad histórica de la sentencia de brujo de García Márquez, en un consejo de Bolívar al hijo de Iturbides: “Váyase ahora que todavía es joven, porque un día será demasiado tarde, y entonces no se sentirá ni de aquí ni de allá, se sentirá forastero en todas partes y eso es peor que estar muerto. Dígamelo a mí”.

 Elbulevarconpablo@gmail.com

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