Opinión

El bulevar de la vida

El bulevar de la vida

La nostalgia es libre
            
Uno está en la preparación, recopilación y reescritura de un libro de protagonistas, o sea, la gente “bien”, entiéndase “la beautiful people” que decía el maestro.

            Es por eso que, recluido en mi dacha, andaba este domingo releyendo a mis guruses literarios para que me ayudaran a contar -entre el periodismo y la literatura- la marcha de nuestra jet set del poder nacional, o sea, de la farándula política y económica y hasta de la otra, la verdadera de megas anoréxicas, artistas con artritis, modelos dadivosas, poetas con caspa, cantores sin canciones, más algo sobre unos antipáticos señores -muy ricos- que con sus “donaciones” van encareciendo el material del fornicio, y, con entregas de pent houses y yipetitas sacan de competencia a unos pobres pequeño burgués de mucho Adrian Tropical y poco David Crooker, mucho Juan Dolio y nada de Cap Cana, a veces Bayahíbe y nunca Casa de Campo, según me cuentan las víctimas de esos excesos. 

            Uno andaba en esas lides, releyendo al dilecto Umbral cuando encontró el texto como un tesoro en la página 41 de “Crónica de esa guapa gente”, Planeta. 1991. Ahí, sin proponérselo, don Francisco responde la pregunta que desde hace tiempo se hacen grupos de ciudadanos. Hablo de la razón del fracaso de los proyectos políticos liberales que al llegar al poder se convierten en conservadores, y rueda la rueda.

            Esto escribió el maestro, sobre su España y el gobierno del PSOE: “Pero, llegados al poder, se encontrarían con que España no era de esos diez millones de votantes, sino de cuatro banqueros, cinco generales, y el embajador norteamericano (añadir tres empresarios, PM). No empezaron a hacer cosas, sino a dejar de hacer cosas. Todo se iba aplazando, confusionando, distendiendo, crispando, malversando, hasta llegar a la “revolución detenida”, que dijo Sartre con respeto de la soviética. Aquí no queríamos tanto, sino salir dignamente del franquismo funeral. (…) Qué lejos aquel Felipe, no tan lejano, que me echaba largos parlamentos en La Moncloa (pudo ser la UASD, PM), un hombre, no en posesión de la verdad, sino poseído por la verdad.” La nostalgia es libre. elbulevarconpablo@gmail.com

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