Lentamente, en el país se va creando una inmensa minoría de ciudadanos que de tanto preocuparse por la mala marcha de la nación, están dispuestos a ocuparse de ella.
Despacio, como la hormiguita que rondaba su espalda y curioseó en la bahía de su cintura, ¡ay!, en el país se van construyendo círculos de ciudadanos cada vez más decididos a hacer lo que corresponda por reencauzar una patria perdida en las incongruencias, falta de voluntad, desmemoria y cinismo, de unas elites políticas y económicas incapaces de generar esperanza en una ciudadanía que ha perdido la fe.
En los últimos días he estado reunido con diferentes grupos de ciudadanos a quienes une la misma preocupación. Claro, que no todos lo hacen de igual modo. Mientras unos son convocad0s formalmente a un mesón sin guitarra machadiana que suenas jota, otros más románticos se reúnen a lo mismo, y hablan de la urgente necesidad de pasar de la queja a la militancia ciudadana y responsable, pero lo hacen con Silvio de fondo: tanto que yo te busqué/ y tanto que no te hallaba/, que al cabo me acostumbré a andar con tanto de nada
Mientras el país desfallece de antifé, violencia desmadrada, impunidad festejada, familia deshecha. Y cada noticiario de TV es una incitación al exilio, lentamente, como la mano que saludó su blusa y quiso quedarse a vivir en su espalda, desafiando botones o maldiciendo cremalleras, en el país se viene construyendo espontáneamente- una inmensa minoría de ciudadanos, -todavía pequeña, como no son tus manos-, dispuesta a generar el Baninter Político que nos hace falta para que la clase política, -como cierta clase financiera después de la hecatombe 2003- comprenda y tome conciencia de que a un país se le puede despojar de muchas cosas, pero nunca jamás de la esperanza. Algo debe comenzar a cambiar en el país, algo, menos la ternura infantil de su sonrisa, ni el ondear mulato de su cuerpo amén.