Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Comencemos por decir a su excelencia, que uno saluda la existencia de los empresarios políticos pero no viceversa.

El problema no es el empresario ni la política, señor presidente electo, lo que jode es el viceversa, salvo cuando lo utiliza don Mario Benedetti para expresar sus sentires desbocados por un amor bienvenido y sublime.        

Hablemos claro, señor mío, que a usted le espera –inevitable- una reforma fiscal que es cosa sería y, que además, debe ser integral y justa. En política electoral se barre para adentro, yo lo sé, el problema es qué hacer cuando se acumula demasiado polvillo en la sala, y la alfombra no da más.

El problema no es la reflexión política en voz de un empresario, sino la actividad empresarial privada de un funcionario público. Abra el ojo. Y que le lleven copia de la declaración jurada del próximo agosto, no vaya a ser vaina. ¿Comprende?

El problema no es el empresario que habla de política con discursos en buena plaza, sino el “compañerito de la base” o dirigentico clase media, que llegó al despacho oficial a pies o en un Corolla de ocho años, y al segundo año se declaró empresario, con oficina particular, secretaria buenona, y otras acciones menos santas.

Siempre que actúen con el debido respeto hacia la investidura que un cargo público contiene, en especial la investidura del jefe del Estado, no hay que desconfiar de los voceros empresariales que gustan de opinar de los asuntos políticos y hasta de los amores cobardes de óleo y sombrero, ay, sino de los políticos que al terminar o continuar su paso por un gobierno, llaman “colegas” a los Vicini, “compañero empresario” a Don Pepín, quieren echarle “guararé a Rafael Perelló, y aspiran a socios de los García Estrella allá en la hidalga, ¡Joder!

Toda actividad empresarial tiene al Estado como regulador del asunto. Por eso, todo empresario es un político del capital y del dinero. ¡Y qué bien!

Terminado en tragedia el sueño antibíblico del “socialismo real”, son ellos -los empresarios- los responsables de crear riquezas y generar empleos, y para eso hay que estar bien enterados y opinar en su círculo de Cámaras, Consejos, fotos, almuerzos.  (Por lo menos, a las tertulias del CONEP asisten princesas y brindan buen vino, según me cuentan.)

Siempre que sean respetuosas y propositivas, (que propongan algo) hay que celebrar las afirmaciones políticas (preocupaciones por la polis) del empresariado, y a la vez desconfiar, como una esposa insegura o un portero gordo, de la auto denominación de “empresario” que se asigna un político en otrora olla, cuatro cilindros y apartamento sin ascensor. A veces, recordar es morir de vergüenza histórica, “o simplemente de vergüenza”.(MB)

 En fin, por el bien del erario y el transparente uso de los recursos del Estado en el próximo gobierno, uno saluda la existencia de los empresarios políticos, pero no viceversa, pero no viceversa.

Como siempre, la poesía y sus caricias explica todo mejor que la política y su cinismo, digamos que, “tengo miedo de verte, necesidad de verte, esperanza de verte, desazones de verte. (…) Tengo urgencia de oírte, alegría de oírte, buena suerte de oírte y temores de oírte. O sea, resumiendo, estoy jodido y radiante, quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa.” Dijo, don Mario, Cardenal Benedetti, y se hizo… el amor.

El Nacional

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