Opinión

El Bulevar de la vida

<P>El Bulevar de la vida</P>

En la luz de la democracia o en las sombras de una dictadura, el periodista, el intelectual o el literato “no es otra cosa que el encargado en la república de despertar la atención de los desatentos y hostigar la modorra de la conciencia popular….”.

La frase pertenece a José Ortega y Gasset, que fue columnista antes y durante todo lo demás, y como muchos otros, primero escribía sus libros en los periódicos.

Tenía razón el maestro: Ahora es cuando más necesitamos “hostigar la modorra” a través de un periodismo con salsa política sí, pero aderezado de un pesto literario con una “sopita Maggi” de costumbrismo sociológico que le dé vida y facilite el camino.

Aquí estamos y en eso seguimos, “hostigando la modorra” para alejar el desencanto y el pesimismo, la permisividad de unos o la intolerancia de otros con esta arma “cargada de presente” que es una columna periodística, y que no pretende ser más que esto: un soneto de racionalidad, ligado a un poema en ensayo vertido con esmero y tres adjetivos en una crónica de vida.

Si lo mejor de nosotros son los otros, entonces alguien tiene que contarlo (¡y dale con don José!) “para hostigar la modorra”.

Tiene uno escrito por ahí porque lo leyó en alguna parte, (desde los griegos nada es original), que la gran fortuna de un columnista es la credibilidad de su firma, sí, pero también tiene que ver con un buen columnista su capacidad para motivar, incitar, informar con salero y estimular reacciones ciudadanas de las buenas.

“Hostigar la modorra”. En eso debemos estar los periodistas casi todos, escribidores de diarios u opinadores de oficio en la radio y la televisión, más que en andar vendiendo elogios, o lo que es más ruin y mezquino: ejerciendo de can de clanes. ¡Ay!, que esto de la dignidad y el decoro se oye bonito, camaradas, pero jode bastante, y por más buenas intenciones y atenciones que le dispensen a uno los VIP de la economía y las finanzas, la tarjeta de crédito hay que pagarla.

Ahora que la sociedad occidental se ha ido perdiendo en los decoraos para disimular su orfandad de Dios o de Marx, debemos insistir en “hostigar la modorra” de la conciencia popular y la militancia ciudadana. Para eso estamos. Con su permiso.

El Nacional

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