Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar.”  G. A. Bécquer. Difícil es en un día como hoy no volver a Bosch o sea, volver al paraíso de la sabiduría política con decencia, al magisterio ético y político de un hombre que se sacaba partidos gubernamentales de la chistera, como otros sacan helados de vainilla para sus Paola. Volver a Bosch “como se vuelve siempre al amor” después del tedio.

Uno lee y relee las crónicas de los hechos de aquel entonces y se encuentra con un hombre adelantado a su tiempo, visionario como pocos, honrado como ninguno. Brillante en la idea y la estrategia pero casi torpe/infantil en su rigidez moral. Demasiado franco, vertical y honesto para ejercer una profesión que siempre ha requerido  cierta dosis de cinismo y de capacidad para mentir.

Precisamente, uno de sus grandes defectos como político fue siempre su incapacidad para mentir. A Bosch se le escapa la verdad como una mariposa.

 Fue honesto hasta el exceso, vertical hasta el suicidio. Radical como si hubiera sido aguilucho que tal vez lo era. Pero sobre todo era un maestro del bien, amaba más el magisterio político que el Poder, al que sólo veía como forma de servir a los demas, y poco más.

Por eso, en esta madrugada anda uno navegando en la nostalgia del Profesor, repasando su Constitución 1963, “suiza” para un país que despertaba de 31 años de silencio y oscurantismo; leyendo y releyendo sobre lo que hizo y propuso en siete meses: Sus leyes y decretos más importantes, sus discursos de toma de posesión, su carta para la historia sobre el por qué del golpe, su libro puertorriqueño fundamental para entenderlo (Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana.)

El Profersor fue un visionario. Antes de 1963, y talvez sin haber leido a Lenin, ya Bosch entendía la importancia fundamental de la energía eléctrica para el desarrollo del país (Las presas de Tavera y Valdesia fueron sus proyectos), como habiendo estudiado a Hostos sabía de la prioridad “prioritaria y primera” de la educación para la liberación del hombre y los pueblos. El programa de becas internacinales, que con tanto éxito montó a partir de 1996 en sus gobiernos el presidente Leonel Fernández y continúa el Presidente Danilo Medina, fueron inspiración del Bosch maestro que nunca dejó de ser.  

El pueblo dominicano debe gratitud eterna al Profesor, cuyos aportes adornados con su ejemplo de dignidad y decoro minimizan hasta la desaparición sus humanos defectos, sus errores.

Como inmensa ha de ser la gratitud de sus hijos políticos, hoy convertidos (por obra y gracia de su herencia, su prestigio y su autoridad moral frente al pueblo dominicano) en presidentes, vicepresidentes, legisladores, ministros, síndicos, administradores y directores.

A Bosch deberían volver los peledeístas, no solo por retomar el camino de la humilde y frugal sencillez de los grandes, sino también y sobre todo para mantener la unidad de su partido y su proyecto político, evitando así que la ambición desmedida que simpre mata la racionalidad del análisis político, comience a generar el polvillo que podría convertirse en el lodo de la derrota, la vuelta a Jeremías, (Balaguer, 1978), y el regreso fúnebre de las golondrinas del sentencioso poema de Bécquer que encabeza este bulevar.

Leonel Fernández, Danilo Medina, Margarita Cedeño y todo el Comité Político y el Comité Central de ese partido tienen la palabra. El mayor homenaje a Bosch es la unidad.

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