Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

A quien, con su tierna exigencia motivó estas letras.

Le llaman “el síndrome de la página en blanco” y le ocurre cada cierto tiempo a todo el que tiene como oficio la literatura… política, social, o literatura a secas.

Hablo del terrible tiempo en que nada de lo que a usted le llega a la cabeza le parece digno de ser contado, y lo que es peor, nada de lo que usted escribe le parece bien escrito.

Es la angustia de una página en blanco que nos mira burlona desde el poltrón de indiferencia de nuestra invalidez creativa y analítica.

¡Joder, don Radha! ¿Qué palabras escoger cuando las teclas no responden, ni las alboradas florecen ni las neuronas funcionan?

Aunque ustedes, bien que deberían ser comprensivos con los que llevamos algo más de 20 años embadurnando virtualmente las paginas burlonas de una PC o una Mac que nos fiaron en la Distribuidora Corripio y todavía debemos.

Y es que “van muchos años, muchas elecciones, ?muchos millones (…) y demasiado silencio”. Muchos años, muchos temas repetidos y pocas soluciones, apagones, la violencia, por decir.

El país pasa, las elecciones pasan, los presidentes y los gobiernos se van, otros llegan, todo se repite y vuelve a comenzar, y todo es una rueda de desesperanza que no cesa. Y así nos llega un mal día, el síndrome de la página en blanco. (Pido perdón y te recuerdo, me excuso y agradezco la “protesta” con más cariño que firmeza.)

Aunque es bueno recordar que no solo a nosotros, también a este país siempre lo ha vencido una página en blanco.

Pasa el tiempo, se pasea la página en blanco frente a una frente cada vez más teñida de gris y tiempo… y el monitor sigue en blanco, burlándose de nuestra ineptitud, de nuestra incapacidad.

Más que un “féretro o sepultura”, nuestro país es una página en blanco. Blanco de esperanza en manos limpias, ¿recuerdan? “Nuevos caminos” y un gran “abrir de todas las ventanas”. Pero siempre es igual y volvemos al principio, vencidos de desesperanza.

Aquí no solo siempre ganan los mismos, sino que, además, terminamos siempre en una página en blanco, borrosa, garabateada de impunidad, manchada de latrocinio, y un poquitito de vergüenza.

Hace ahora mil años, o 32, un presidente dejó una página en blanco para ocultar un crimen, y aquello fue como dejar la dignidad colgada de un asesinato; en 1999, ante la Asamblea Nacional, Leonel guardó una página de su discurso por si acaso Ramón Alburquerque,  entonces presidente del Senado, perdía las formas y le dirigía un Entren tó C… discursivo.

En sus palabras de toma de posesión, en 2000, Hipólito perdió una página… quizás porque estaba en  blanco… y por ahí comenzó la cosa… lo que mal empieza mal tiene que terminar. 

Justo ahora, con Danilo como presidente, comienzan aflorar las paginas en blanco del pasado gobierno, los sueños demorados, las malas cuentas, el resquemor por lo que pudo haberse hecho y no se hizo. (Me dicen que Medina tiene buena letra, ojalá y no se quede en blanco su página de promesas de un país mas justo enfrentado con coraje a la maldición de la pobreza. La reivindicación del Bosch que traicionamos casi todos.)

 Escriba, Presidente Medina, escriba, que a mí me lo impide hoy el síndrome maldito de la página en blanco.

El Nacional

La Voz de Todos