Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

El caso es que la economía dominicana ha tenido un crecimiento promedio de 5 por ciento anual los últimos 20 años, pero ese crecimiento no se ha expresado con igual contundencia en el aumento del empleo ni en la disminución de la pobreza.

 Igual ha ocurrido con el empleo. En los últimos 12 años, en el país apenas se crearon 48 mil empleos formales en el sector privado.

Por todo esto, es el tiempo de que ese sector empresarial/industrial/importador, la sociedad civil más auténtica y popular (el Centro Bonó, por decir) y el señor gobierno, lleguen a acuerdos para poner en marcha la Estrategia Nacional de Desarrollo que manda la Constitución de la República y que viene a ser una especie de sabroso resumen de un buen programa de gobierno, más consensuado que un homenaje a Duarte o el amor a Dios y la María de Magdala.

La Estrategia Nacional de Desarrollo es una ley y por ello el gobierno tiene la obligación de cumplirla y hacerla cumplir, como nos hace cumplir a los ciudadanos comunes las ley de tránsito o la tributaria. Pero resulta que por décadas los gobiernos han huido de su obligación de respetar y hacer respetar las leyes si el hacerlo les representa un alto costo político. Y rueda la rueda. Al fin, aquí siempre hay unas elecciones que ganar que todo lo explica y justifica.

  El costo político de las acciones gubernamentales para beneficiar a las mayorías y –temporalmente- afectar a las minorías, es el nudo gordiano que impide el desarrollo verdadero de la nación. Ello es lo que explica este tanto “amagar y no dar” de nuestros gobiernos en los temas fundamentales del país como la seguridad social, el sistema de salud pública, la educación sexual, el transporte público, la energía eléctrica, la reforma fiscal integral o la mismísima ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, por ejemplo.

         Pero sin confrontación no hay avances reales.

No está mal que el gobierno aplique exitosas estrategias de promoción y posicionamiento. Esta muy bien imponer el estilo presidencial de siempre escuchar y hacerlo con humildad. Entre el Francisco y Danilo han puesto de moda la humildad, y qué bueno.

 Muy bien está que el gobierno se esfuerce como un torero en alcanzar el consenso con los distintos sectores del país en los temas nacionales, sí, pero si no logra consensuar, entonces tiene el mandato constitucional de GOBERNAR, que para eso el pueblo dominicano le votó. Esa es su función primera.

El Nacional

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