Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Si un sacerdote mantiene relaciones sexuales consensuadas con otro adulto está faltando a las leyes de la Iglesia, no a la de los hombres. Aunque las leyes de la iglesia en torno al sexo, (el celibato), siempre han sido poco respetadas.

En nuestro país es normal que a usted le presenten a una dama hermosa y luego le exijan “mirar para otro lado”, porque la bella es la novia de tal o cual miembro de la base o la jerarquía católica. (Y la envidia nos mata, ay.)

Desde la colonia, los grandes amores de nuestros sacerdotes dan para novelas de altos vuelos. Vargas Llosa debería buscar un José Israel Cuello pero en versión eclesial, para que le asesore en el asunto. Su celebrada novela: “La Fiesta del Chivo” podría ser superada por “La Fiesta del Santo Fornicio” u “Otras conversaciones en La Catedral”.

El amor conduce al sexo que es la expresión carnal de ese sentimiento. Por eso, el celibato es pura ficción, torpeza de intereses económicos para no tener que dividir los bienes de la iglesia con la santa.

En una de sus más memorables frases, Nicolás López, que es Cardenal, afirmo iracundo: “Debajo de esta sotana hay un hombre”, pero le faltó decir que debajo de las faldas de una  monja o feligrés hay una mujer, un alma, una luz, ay, un incendio… O sea que pueden reunirse en la intimidad de una plegaria el hambre con las ganas de comer.

Impedir el sexo entre los miembros de la iglesia católica ha sido siempre un fracaso porque no puede ser de otra forma. Como hijos de un Dios nacemos para el amor aunque algunos se pierdan en el camino y escojan el odio. Nacemos en el amor y lo hacemos a través del sexo y él nos hace. Negar el santo fornicio es negar la expresión corporal del amor de Dios y para Dios. Y la mayoría de los dominicanos somos cristianos.

Hasta aquí vamos bien. Sólo que cuando un sacerdote mantiene relaciones sexuales consensuadas con otro adulto, hombre o mujer, está faltando a las leyes de la Iglesia Católica, pero cuando viola a un ser humano -y más grave aún sin es menor de edad- ha faltado a las leyes de los hombres y debe pagar por ello.

No es por culpa del celibato que en la Iglesia hay pederastas, sino porque ella está constituida de hombres y mujeres, ni mejores ni peores que los ingenieros, periodistas, abogados. Sólo que por XX siglos y hasta que llegó don Francisco, el Papa, lo que decía la iglesia católica iba a misa, pero quien se negaba a ir a la misa de las leyes de los hombres era la iglesia. (“… y entonces llegó Fidel”).

Algo está cambiando en la Iglesia, tanto, que el presidente del Estado Vaticano, (el Papa), destituyó a su embajador (Nuncio) en Dominicana luego de que su gobierno local (Conferencia del Episcopado) le informara que este “andaba en malos pasos”. Y lo hizo sin que existiera “sometimiento formal”, “proceso judicial en marcha”, “ni sentencia definitiva” del abominable crimen “de lesa infancia”, ay, que la humanidad no es más que eso: un niño que llora indefenso en el infierno de su orfandad más absoluta. 

Algo está cambiando. Dios es Dios y ya está: Infalible, majestuoso, divino e inmortal, sí, pero para juzgar a los mortales, curas o fontaneros, nuncios o camareros, están las leyes de los hombres. ¡Que así sea! Amen.

El Nacional

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