Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

 Este no es un bulevar, ni un artículo ni una glosa, tampoco un comentario. No.

 Este es un panfleto, como El Ruperto o Las casas de cartón, de Alí Primera.

Un panfleto directo como el sol o el boche de una suegra; personal como un dolor de muelas; y amargo como el ricino de los abuelos o el Forty Mal de nuestra infancia.

 Sépalo señor gobierno. Grabe bien, sargento. Pásele el “file” a Roberto o a Ramón.

Que lo sepan los políticos en el poder en plan Shakira, y los voceros de una oposición más torpe que un enamorado adolescente detrás de un beso que no llega o se marchó: Hablo de esa partidocracia toda, tan arrogante como un cínico en tertulia.

 En fin, sépanlo de una vez, senadores ateos, diputados sin Dios, millonarios olvidadizos, presidente sin luna de miel, que lo sepa un gobierno con muchas leyes y alguna razón, atrapado en su victoria.

La Real Politik del populismo clientelar gana elecciones pero dificultad la gobernabilidad, resta legitimidad a lo que fue legal.

Que lo sepan todos, desde el barbero despistado a las mulatas de espanto o las rubias que enternecen “vistando la mare”, ay, bahías de azul, noches de luna.

Entérense de una vez, muy señores míos:

Mientras el gobierno premie con doble tertulia palaciega y sobre todo con otro Renove en morado la violencia terrorista de los que queman damas, abofetean oficiales y andan armados y sin control, y llegue al excesivo abuso de inventarse un impuesto de dos pesos a la gasolina para comprar/saciar y/o acallar a estos millonario etarras del volante y las calles, del batazo y los tiros.

Mientras exista, ya lo dije, una élite de funcionarios del sector financiero público con más beneficios que una querida en plan geisha, o una novia nueva de piel de miel de abeja y extravío.

Mientras un “barrilito” joda, un “cofrecito” indigne, y un legislador por serlo tenga derecho a mal gastar nuestros dineros, al punto de recibir cada 24 meses una exoneración de un vehículo sin límite de precio, para ser vendida a quien pueda comprarla, es decir a narcos, lavadores o a nuevos ricos de esos que crean los gobiernos cada cuatro años en tal o cual sector.

Mientras todo esto ocurra, la necesaria e inevitable reforma fiscal (léase aumento de impuestos) no debe ser acatada por los ciudadanos, aunque con la legalidad de los votos y el descaro de los cínicos, dicha reforma sea pasada por el tubo del Congreso. Oír no es escuchar.

Mientras todo esto ocurre, un solo centavo no debe ser pagado por nadie ni para nada. No es posible que siempre y por siempre los ciudadanos tengamos que pagar los platos que rompen estos pragmáticos camareros del poder y la victoria.

No tiene futuro, ni un país ni una patria, donde sea tan caro ser honesto y todos los caminos inciten (no al fornicio que es amor, un mandato de Dios “que es el mismísimo amor”) sino a la delincuencia, a la vagabundería, a una banca de apuesta, punto de drogas, prostitución, en fin, al sálvese quien pueda  y si quiere que entre el mar que, ya ven, ha entrado hasta en el New York de todas las errancias.

Por eso este panfleto, que por panfleto no voy a cobrarle a don Pepín.

El Nacional

La Voz de Todos