Opinión

El cálculo no cuadra

El cálculo  no cuadra

Si no es que se recurrió a una fórmula mágica, la realidad es que por más vuelta que se le busque, no hay manera de cuadrar la proporción en que creció el patrimonio de los encartados por los sobornos que admitió Odebrecht, en que se basaron los sometimientos de la Procuraduría General de la República, y los 92 millones de dólares que se erogaron para la adjudicación de obras públicas. Aunque entre los 14 haya algunos con asombrosa riqueza, los bienes de todos en conjunto distan mucho del monto de las comisiones ilícitas que repartió la constructora brasileña.

El desajuste financiero, que no se sabe si ha sido colado en forma deliberada o resultado de la incompetencia profesional, es solo uno de los muchos cabos sueltos que resta rigor y desacredita el expediente. Al no contemplarse factores como la transferencia de recursos de las compañías creadas o utilizadas por Odebrecht a cuentas bancarias de los imputados se deduce con más claridad que el carácter selectivo de las acusaciones. No basta con que la Procuraduría alegue que los encartados aparecen en las confesiones de la empresa si no presenta las pruebas.

La manipulación es tan evidente, que de 2001 a 2006, cuando solo se aprobaron dos proyectos (el acueducto de la Línea Noroeste y la presa de Pinalito) hay más comprometidos en términos relativos que en los 14 años en que la empresa dijo que había pagado los sobornos para las obras.

Son las incongruencias que el juez Francisco Ortega ha legitimado con las medidas de coerción tan equilibradas para los imputados, las que por demás cuestionan un proceso que hasta en su aspecto financiero las exclusiones superan a las inclusiones. De los 92 millones que se habrían destinado no parece que se distribuyeron ni 20. ¿Y el resto?.

Como complemento al ingeniero César Sánchez no le valió mostrar certificados sobre su estado de salud. Lo enviaron a la penitenciaría de Najayo. Desde el mismo aparataje con los apresamientos, el guión, por supuesto muy burdo, quedó evidenciado. Ninguno estaba escondido ni había intentado dejar el limpio, sino en sus casas esperando que lo fueran a buscar.

El espectáculo no era necesario, así como tampoco enviar a la cárcel a personas que por múltiples motivos se sabe que no van a evadir el proceso judicial.

El hecho de que el patrimonio de los imputados no se acerque ni por asomo al monto de los sobornos es bastante significativo.

Pero como esa ni otras incongruencias han tenido ningún efecto en beneficio de los imputados se ha reclamado la exclusión, con suficiente fundamento, de los magistrados Frank Soto, Juan Hirohíto Reyes y Alejandro Moscoso Segarra de la cámara que conocerá la acusación por temor a que se orienten más por lo político que por lo jurídico.

El Nacional

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