Opinión

El camino que queda

El camino que queda

El último obstáculo invocado para justificar que todavía se desconozcan las delaciones premiadas de los ejecutivos de Odebrecht sobre los sobornos y las sobrevaluaciones en República Dominicana ha sido la revelación de la Procuraduría General de la República en el sentido de que la Justicia de Brasil ha vedado los detalles de las irregularidades en que incurrió aquí el consorcio.

La prohibición ha impedido que se cumpla con la difusión, como se había prometido, de las confesiones que involucrarían a los imputados en las comisiones ilegales pagadas por la constructora para beneficiarse con obras.
La reticencia no impide, sin embargo, avanzar en las investigaciones para desentrañar toda la verdad. Siempre, por supuesto, que haya voluntad, que desafortunadamente es lo que el procurador Jean Alain Rodríguez no acaba de evidenciar. Sin dejar de entender la complejidad de un caso permeado de múltiples intereses, ante el incumplimiento del consorcio o de las autoridades brasileñas se han impuesto otras alternativas, entre las cuales está, como el caso de Argentina, la apelación a los intercambios de información con Estados Unidos, o, como en Ecuador, a la cooperación técnica internacional.

En Argentina, la compañía ha puesto todas las condiciones y pretextos para no cooperar con la investigación e identificar a los supuestos sobornados con 35 millones de dólares. Sin mecanismos para obtener mayores detalles las autoridades no tuvieron más que recurrir al Tío Sam, donde la compañía cantó, para avanzar en el proceso.

De una persona que se citaba como presunta receptora de las comisiones ilícitas hoy se cita una relación, todavía en proceso de confirmación, de 42 presuntos involucrados, en su inmensa mayoría servidores y empresarios ligados al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Si Brasil resiste cumplir el acuerdo sobre la difusión de las delaciones de los ejecutivos del consorcio, República Dominicana puede, si quiere, trillar el mismo sendero de Argentina. El paso serviría incluso para aclarar versiones que han tenido eco en la escena exterior en el sentido de que los imputados por los sobornos fueron seleccionados atendiendo a intereses políticos. Con denunciar o presionar a Brasil no se conseguirán más que excusas.

El camino de la verdad y la justicia es otro. Si el Tío colaboró con las autoridades argentinas ¿por qué no lo haría con este país?
Es un hecho que sectores importantes no aceptarán que en el escándalo están todos los que son ni son todos los que están hasta que se cuente con las confesiones de los delatores o las declaraciones completitas de Odebrecht a las autoridades norteamericanas.

El Nacional

La Voz de Todos