Opinión

El cáncer de la Tierra

El cáncer de la Tierra

Mariana Cortes, indígena de Guatemala, come despacio para no atragantarse con las emociones que la embargan:

“Primero desaparecieron a mi tío, después a mi hermano, con solo 20 años, cuando salio a buscarlo, y después a mi papa que tambien fue a buscarlos a los dos y tenia solo 33 años.  Eran los tiempos terribles de Efraim Rios Mont.  Ahora se supone que tenemos un presidente progresista y le digo:  “algo es algo”, pero no estoy de acuerdo con que se les haga un pago mensual de veinte dólares a la gente pobre, porque se acostumbran a depender del gobierno, y ¿qué va a pasar después si cambia el presidente?  Además, ¿de qué sirve ese dinerito si el presidente le esta entregando el país a las mineras?

Ahora nos quieren permutar las tierras porque resulta que después de que nos sacaron de los predios mas fértiles y nos empujaron hacia las rocas, hacia donde no había bosques ni mucha agua,   es ahí donde están los minerales, y  ahora es esa la tierra que ellos quieren, aunque ya nos han arruinado con su minería los ríos, y los lagos, los cultivos, y tenemos que caminar kilómetros para encontrar el agua.

Por eso, cuando una muchacha de mi comunidad que había heredado mucha tierra intentó venderle su predio a la minera la comunidad la expulsó y la ocupó, porque ya nos vamos cansando y sabemos que lo de ellos es entrar y luego expandirse como un cáncer, el cáncer de la tierra.

No sé qué le pasa a la gente esa con esa obsesión con el oro, como si se comiera. Ahora ya no se trata de exterminarnos, como en la colonia, sino a la madre tierra, al agua, a los árboles,  acabar con la naturaleza, como si no hubieran acumulado ya suficiente oro, tanto que su problema ahora es que van a  hacer con el”.

“Lo mismo pasa en la Guajira colombiana y en el Departamento del César, donde existe la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, y donde la contaminación hace que los niños Wayú sufran de enanismo y los adultos desarrollen problemas respiratorios.

  En el caso de Colombia, es una compañía supuestamente inglesa que se llama HP Billington, pero que trabaja con capital de los blancos surafricanos, japoneses, suizos y brasileños.  Ellos son cómplices de nuestros desplazamientos, que se hacen con militares y paramilitares, provocando una emigración forzada hacia Venezuela.  Ni siquiera respetan nuestros cementerios ancestrales donde está la raiz de nuestra tradición”.

Suena como la Barrick Gold en Dominicana, ¿no les parece?

El Nacional

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