Opinión

El cinismo de Maduro

El cinismo de Maduro

El brutal asesinato del piloto y exagente de la Policía, Óscar Pérez, ha ratificado otra de las horrorosas facetas del Gobierno de Venezuela. Tras ser cercado por un numeroso contingente militar, Pérez y sus seis acompañantes, que estaban en una vivienda en un barrio de Caracas, que se sabían sin escapatoria, hicieron todo lo posible para entregarse. Pero antes que aceptar la rendición las tropas, que portaban todo tipo de armas, los ejecutaron a través de repetida lluvia de plomo.
Consumado el alevoso crimen, el presidente Nicolás Maduro pasó, como si se tratara de un guión, al segundo acto: acusar a los representantes de la oposición que intervienen en el diálogo en República Dominicana que busca una salida a la densa y prolongada crisis económica y política, de delatar a Pérez y su grupo.

Con lo dividido que está el movimiento opositor, Maduro sabía que su cuña causaría más malestar y daría motivos para interrumpir las conversaciones que tienen como principal mediador al expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Con la atmósfera propiciada por el Gobierno el diálogo no se podía celebrar. Pero tras la interrupción Maduro sacó otra carta de la manga: su disposición de firmar y cumplir el preacuerdo al que dijo que llegaron el oficialismo y la oposición.

Con ese cinismo hiriente que se ha convertido en parte de su estilo el mandatario bramó que si los opositores no quieren firmar los 7 puntos que se habrían consensuado él seguirá adelante porque nada ni nadie lo va a detener. Sin embargo, es bien sabido que el diálogo está trancado en los temas fundamentales.

Mientras el oficialismo exige el levantamiento de las sanciones internacionales y el reconocimiento de la Asamblea Constituyente, la oposición está cerrada en cuanto a la reestructuración del Consejo Electoral, la restitución de todos los poderes del Parlamento, la liberación de todos los presos políticos y la apertura de un canal humanitario para firmar cualquier preacuerdo con el Gobierno. Pero Maduro se presente como el único que quiere la paz, cuando en realidad lo único que le importa es mantenerse en el poder a cualquier precio.

Tras el horrendo asesinato de Pérez, quien hizo saber a través de las redes sociales su intención de entregarse y la determinación de las fuerzas militares, el Gobierno se ha puesto a la ofensiva tratando vanamente de manipular a la opinión pública y ocultar sus siniestras garras.

La reacción de la comunidad internacional, que acordó más sanciones contra funcionarios de la tiranía venezolana, desinfla el discurso enarbolado Maduro con el propósito de comprometer a la oposición en un crimen que solo merece el más enérgico repudio.

El Nacional

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