Opinión

El comandante

El comandante

La debilidad institucional, la corrupción y la violencia parecerían ser las características de las naciones de Iberoamérica. Los ejemplos no faltan, sobran.

Nicaragua se desangra y Daniel Ortega, el otrora líder de la revolución sandinista que se enfrenta a la dictadura de los Somoza, se convierte hoy en la reencarnación de la dictadura. Venezuela es una película de terror protagonizada y filmada por los que gobiernan con su actor principal Nicolás Maduro.

Desde el pasado abril en Nicaragua comenzaron las protestas en contra de una reforma a la Seguridad Social. La respuesta del gobierno fue el uso de la fuerza y se calculan más de 300 muertos, miles de heridos y comienza el éxodo de los nicaragüenses.

La esposa del Ortega y también vicepresidente, Rosario Murillo ha catalogado a los participantes de las protestas como vándalos, delincuentes, terroristas, golpistas y diabólicos. Dice la señora que los “diabólicos nunca podrán gobernar Nicaragua”.

Mientras tanto, la Conferencia Episcopal de Nicaragua en un intento de diálogo le ha propuesto al presidente adelantar las elecciones generales para el próximo año y sin posibilidad de reelección.

Los ataques, incluido profanación de parroquias, agresiones verbales y físicas ha sido la respuesta de los partidarios del gobierno. El Cardenal Leopoldo Brenes y otros líderes católicos han sido golpeados y empujados por lo que ha no se ha logrado ningún resultado.

Por supuesto, el presidente Ortega no ha permanecido callado y acusa a la Conferencia Episcopal de Nicaragua de golpistas y ser cómplices de los poderes externos e internos para derrocarlo del poder.

Las instituciones internacionales se pronuncian en el caso de Nicaragua. El Alto Comisionado de Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Organización de Estados Americanos (OEA) emite una resolución en apoyo al calendario electoral propuesto por la Conferencia Episcopal.

El Nacional

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