Opinión

El concepto de privilegio

El concepto de privilegio

Toda convicción es una cárcel”. Esta frase de Nietzsche no debe interpretarse como el mandato de no tener convicciones, sino como una advertencia para no convertir nuestras certezas en algo inmutable, compacto y definitivo. Esto a propósito del tema de los supuestos “privilegios” de que disponen los acusados de sobornos que fueron enviados a la cárcel de Najayo.

Preso es preso, dice el refranero popular, de modo que si en este proceso existen algunos privilegios los beneficiarios no han sido los que están tras las rejas sino los que fueron enviados a sus hogares o los legisladores intocables.

Se trata de una elemental regla de razonamiento, la imputación es la misma para todos, pero ocho fueron enviados a prisión, dos al calor de su familia en sus hogares, tres fueron protegidos por sus colegas legisladores y andan en las calles como la gatita de María Ramos, y un cuarto acusado tomó la de Villadiego.

Pero suponiendo que el concepto de privilegio se aplique con relación a los demás presos de Najayo, tampoco sería valedero, por tratarse este de un caso complejo, según lo definió el Ministerio Público y lo confirmó el juez que instruye el proceso.

En este grupo hay personas que manejan informaciones valiosísimas, que podrían hacer temblar los altares de la política y el empresariado, de modo que colocarlos en celdas comunes sería un nivel de riesgo que las autoridades no están dispuestas a correr por las consecuencias que pudiera tener.

Imagínese que en una celda común se produzca una agresión contra el presidente del principal partido de oposición, o que alguien decida callar al interno que el Ministerio Público sindica como el responsable de la distribución de los 92 millones de dólares en sobornos.

Ninguno de esos dos escenarios sería cómodo para unas autoridades que se vieron compelidas a actuar debido a la presión social interna y a que como nación estamos en las miras de organismos internacionales.

Si en este expediente el privilegio consiste en estar preso, cualquiera prefiere las opciones “no privilegiadas” de libertad condicional o prisión domiciliaria, con las que fueron favorecidos otros del grupo de imputados.

De modo que sencillamente podemos concluir en que cuando la cárcel sea un privilegio, todos optaríamos por la desventaja de la libertad.

El Nacional

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