Opinión

El destape de la radioterapia

El destape de la radioterapia

Hasta el año 2002, solo dos centros en el país ofrecían servicios de radioterapia del cáncer: el Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter” en la capital, y el Instituto de Oncología Regional del Cibao en Santiago.

Entre los dos sumaban tres máquinas o unidades de radioterapia externa; es decir, una proporción de un equipo por cada tres millones o más de dominicanos. Según la  Organización Mundial de la Salud (OMS) la proporción mínima requerida para una adecuada cobertura es de un equipo por cada medio millón de habitantes.

Esa precariedad tecnológica parecía no preocupar casi a nadie durante largas décadas; una despreocupación fatal, porque el resultado fue que miles que dominicanos murieron consumidos por el dolor y la expansión impune en sus cuerpos de tumores cancerígenos.

Tumores que, en muchas ocasiones, son de fácil control o erradicación cuando los pacientes tienen acceso a médicos y equipos adecuados.

Esa prolongada carencia en radioncologia escandalizaría a cualquier informado sobre el tema, puesto que, según estadísticas internacionalmente aceptadas, más de la mitad de los pacientes con cáncer necesitarán tratamiento de radioterapia en algún momento durante el manejo de su enfermedad. 

Además, como consecuencia de ese largo vacio técnico, el país no adquirió la experiencia y capacidad necesarias para enfrentar el crecimiento que exhibe hoy la demanda de servicios de radioncología y la rápida expansión de su oferta.

En consecuencia, el Ministerio de Salud Pública no cuenta con personal entrenado ni instrumentos normativos para evaluar la idoneidad técnica de un servicio de radioterapia, y las ARS que pagan esos tratamientos, incluyendo a SENASA, mucho menos.

Sin embargo, en los últimos ocho años se han instalado en el país cerca de 14 aceleradores lineales para tratamiento del cáncer.

El Instituto “Dr Heriberto Pieter” cuenta con un acelerador de alta energía y a final de este año agregará otro de última tecnología para fortalecer su servicio.

Ahora bien, la radioterapia puede ser también un lucrativo negocio, que, bajo el manto de  la ignorancia pública, la desesperación de los pacientes  y sin supervisión adecuada, podría convertirse en un peligro.

El Nacional

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