Opinión

El ejemplo de Corea del Sur

El ejemplo de Corea del Sur

La visita oficial del primer ministro de Corea del Sur, Lee Nak-yeon, debe ser de gran provecho para República Dominicana, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) hace 40 años era relativamente similar al de esa nación asiática convertida hoy en la décima economía del mundo.

A pesar de la distancia entre la península de Corea y la isla La Española, Santo Domingo y Seúl han mantenido por casi 60 años activas relaciones afianzadas por un activo intercambio comercial y una notable inversión coreana, especialmente en el ámbito de la manufactura.

Sin hacer caso a que se afirme que su crecimiento económico ha estado matizado por su singular importancia geopolítica, Surcorea representa un valioso ejemplo de cómo una nación del tercer mundo puede colocarse a las puertas del desarrollo sustentada principalmente en propio esfuerzo.

El 47% de la economía de Corea del Sur dependía en 1975 de la agricultura, que al día de hoy solo representa el 3%, lo que indica que esa nación pudo dar en poco más de 40 años el gran salto desde una economía primaria a otra basada en la tecnología.

Igual que República Dominicana, Corea inició su vertiginoso crecimiento económico cuando su oferta exportable estaba sustentada en insumos sin valor agregado, para situarse hoy en una economía basada en las industrias de construcción naval, siderurgia y química.

Para que se tenga una idea de cuánto ha crecido la economía coreana, debe señalarse que el valor de sus exportaciones era en 1962 de menos de tres mil millones de dólares, y 50 años después supera los 550 mil millones y su ingreso per cápita subió de 60 dólares a más de 24 mil dólares.

De los mentados “Tigres Asiáticos”, (Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán y Singapur), Seúl y Taipéi, representan valiosos referentes para República Dominicana porque su historia de crecimiento y desarrollo puede ser replicada por esta nación caribeña.

Corea se ha convertido en una de las primeras economías del mundo sin poseer recursos naturales ni capacidad para transferir tecnología.

Ojalá que la honrosa visita del primer ministro surcoreano sirva al menos para despertar la curiosidad del Gobierno, clase política y empresariado, de cómo se puede pasar de una economía agrícola a una industrializada.

El Nacional

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