Opinión

El ejemplo del Acuerdo de Santiago

El ejemplo del Acuerdo de Santiago

Durante una buena parte del año 1973, me cupo el honor de ser una especie de “asistente secretarial” del irreductible revolucionario Héctor -Cara de Gato- Fabal de la Rosa, quien (en ese entonces) era de los pocos cuadros profesionales que no habían sido apresados por las fuerzas represivas del doctor Joaquín Balaguer y se mantenía muy activo.

En esa época, junto a Cara de Gato, anduve cada uno de los barrios de la Zona Norte de la capital, cosa que me permitió conocer directamente las orientaciones del Comité Central del combativo Movimiento Popular Dominicano (MPD) en torno a la situación política nacional e internacional.

La circunstancia hizo que me enterara del trabajo que se hacía para conformar el más importante movimiento unitario por la lucha del pueblo, como fue el histórico Acuerdo de Santiago.
No puedo olvidar -y debo insistir en ello- que a los emepedeístas nos acusaban de haber perdido la brújula y que el Acuerdo no iría a ninguna parte.

Sin embargo, tres meses después (marzo del 1974) el pueblo estaba a favor del movimiento conformado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Partido Quisqueyano Demócrata (PQD) y el Revolucionario Social Cristiano (PRSC).

En mayo de ese año, Balaguer tuvo que recurrir a una intensa represión contra el Acuerdo de Santiago y obligó a que esa amplia colectividad tuviese que abstenerse de concurrir a los comicios del día 16, provocando una crisis política que duró hasta agosto y que resurgió en el 1978.

Fue en las elecciones del 1978 cuando el pueblo pudo cosechar el fruto de la siembra efectuada -cuatro años antes- por el Acuerdo de Santiago.

Hago estas reflexiones para llamar la atención de los líderes del movimiento opositor de la actualidad y del papel que deben desempeñar en la presente coyuntura política que vive la República Dominicana.

Esos dirigentes tienen el deber indeclinable de deponer sus actitudes egocentristas y pensar más en los beneficios que proporcionaría al país unir todas las fuerzas alrededor de un único propósito, como es la derrota de la reelección del presidente Medina.

Esto así porque -ahora más que nunca- los partidos y sectores sociales que se identifican con las mejores causas del pueblo, tienen que defender una posición que evite la dispersión del voto de castigo que la población nacional está en disposición de emitir en las elecciones del próximo 15 de mayo en contra de los danilistas.

Hoy, como en el 1974, el pueblo quiere ver a sus verdaderos líderes unidos en un programa reivindicativo que permita el desplazamiento del Partido de la Liberación Dominicana y de su representante, el licenciado Medina.

El Nacional

La Voz de Todos