Opinión

   ¿El eslabón que faltaba?

   ¿El eslabón que faltaba?

El brutal asesinato el día de Nochebuena del coronel José Amado González y González podría ser el eslabón que faltaba para atar cabos con relación al misterio que ensombrece la desaparición del supuesto capo boricua José David Figueroa Agosto y otros escándalos que forman una oprobiosa galería de casos impunes. Cuando todavía no se ha aclarado la suerte de los hermanos Benítez, desaparecidos como por arte de magia mientras eran perseguidos por el blanqueo de más de 100 millones de dólares que habrían estafado al Medicare, en Estados Unidos, la sociedad fue estremecida por la matanza de siete colombianos el cuatro de agosto de 2008 en Paya, Baní. Al menos este caso, que sonó con elocuencia las alarmas sobre la incidencia del bajo mundo, está en los tribunales, aunque la cocaína y los millones de dólares que habrían provocado el múltiple crimen no han sido presentados ni encontrados por las autoridades. Como si se tratara de una cadena de casos siniestros, ocurrió la desaparición Figueroa Agosto cuando era perseguido por un contingente policial, el mismo día en que fue detenida la señora Sobeida Féliz Morel durante un operativo en que la Fiscalía del Distrito Nacional y la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) se incautaron de 4.6 millones de dólares. En el ínterin surgió el escándalo que involucra al español Ricardo Diez Conde, también desaparecido,  con una red internacional que lavó millones de dólares en proyectos turísticos en la zona Este. Diez Conde pudo limpiar sus cuentas y dejar el limpio. Ahora está la muerte de González y González, un crimen que remueve la cadena de escándalos que comenzaron con la desaparición de los hermanos Benítez. Las circunstancias que se ciernen sobre el hecho son para que las autoridades lo tomen como hilo para desenredar la madeja  tejida en torno a Figueroa Agosto. Por lo menos.

El Nacional

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