Opinión

El Estado vs la economía

El Estado vs la economía

La reforma fiscal debe necesariamente considerar sus efectos sobre la economía si busca ser exitosa en sus propósitos, ya que la política tributaria no es un juego de suma cero donde subir y bajar porcentajes incide proporcionalmente en los ingresos. En gran medida  el éxito de la reforma depende de una visión, a mi juicio, demasiado optimista del crecimiento económico para el año que viene sin considerar los riesgos externos, ni el impacto de la reforma misma sobre este.

En un contexto no muy distinto al actual, en el 2001 se empezó a ejecutar una reforma fiscal que buscaba ampliar las recaudaciones en un 6% del PIB. En aquel entonces se subestimó el impacto que esta iba a tener en nuestra economía y las señales de debilitamiento en el crecimiento económico que presentaban los Estados Unidos, y para ese año no solo no se recaudó ni cerca de la meta del 6% del PIB, sino que se recaudó menos de lo que se tenía previsto aún si la reforma nunca se hubiera producido.  El resultado final fue un desplome en el crecimiento de la economía nacional que fue empeorando hasta que llegó la crisis bancaria del 2003.

Es difícil determinar con exactitud el impacto de un cambio tributario sobre el dinamismo de una economía, pero es razonable imaginar que cuando se pretende castigar el consumo, los ingresos empresariales, las transferencias de inmuebles, el ahorro y los activos financieros, es probable que las fuentes internas de crecimiento económico presenten serias limitaciones, incidiendo de forma negativa no solo en aspectos sociales sino directamente en los ingresos.

Los factores externos por su parte presentan una peculiar perspectiva. Actualmente en un escenario pesimista, España va a pedir el rescate a su economía (que será bienvenido por los mercados) pero luego de esto la presión se va a redirigir a Italia, que el año que viene celebrará elecciones para su primer ministro, y un rescate a Italia pudiera ser demasiado grande para que Europa los asuma, deprimiendo subsecuentemente la economía global e impactando el crecimiento económico de la República Dominicana que vería reducido su intercambio comercial, y los ingresos por turismo y servicios al extranjero.  

En un escenario positivo, Europa medianamente logra resolver su crisis de deuda, y la economía de los Estados Unidos empieza a crecer de forma más acelerada, esto indudablemente va a provocar un incremento en el precio del petróleo, y si bien nuestra economía podría recibir un alivio por un mayor dinamismo en el comercio internacional, el impacto de un incremento en el precio del petróleo sobre el déficit eléctrico y el consumo interno de combustibles, podrían hacer de los esfuerzos gubernamentales para reducir el déficit fiscal totalmente inútiles.

Ninguno de los escenarios favorece a un mayor crecimiento de la economía local debido a que las fuentes locales van estar incididas de forma negativa por la reforma, y aún si se produjere un alivio en los factores externos, este solo serviría para impactar aún más sobre las finanzas públicas.

Lamentablemente la meta ya está orientada bajo la posiblemente errada premisa de aumentar recaudaciones a través de incrementar tasas, partiendo de la creencia que la política tributaria es un juego de suma cero. Si se abriera a consideración el atraer de forma realista (sin experimentos tributarios) el 48% de la economía que según el mismo Gobierno no tributa, sea a través de un impuesto sobre la renta a personas morales diferenciado con un tope de 15% (que atraiga inversión extranjera), la eliminación a los impuestos al patrimonio y otras medidas que no impliquen aplastar a los que ya pagan, puede que no solo crezcan las recaudaciones, sino la misma economía. De esta forma el debate no será sobre si favorecer al Estado o la economía, sino favorecerles a ambos.

El Nacional

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