Opinión

El finado Bretton Woods

El finado Bretton Woods

Sobrada razón tiene el presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Miguel D’ Escoto, al afirmar ayer que es tiempo de dar el descanso eterno a los Acuerdos de Bretton Woods, porque ya estamos en otro mundo. Su posición se fortalece cuando señala que “sería la cosa más absurda seguir con quienes nos han llevado hoy a esta crisis financiera mundial”.

El nicaragüense D’ Escoto dio en la diana, porque los Acuerdos de Bretton Woods fueron impuestos por Estados Unidos, cuando finalizada la II Guerra Mundial invitó a las demás naciones a que asistieran entre el 1º y 22 de julio de 1944 a la Conferencia Monetaria y Financiera de Naciones Unidas para legalizar un nuevo orden injusto en las relaciones comerciales y financieras.

Allí logró imponer el dólar como moneda internacional, la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con la oposición de la Unión Soviética y posterior retiro de China -al triunfar la revolución liderada por Mao Set Tung- y la débil resistencia de Reino Unido, cuya propuesta en contrario diseñada por John Maynard Keynes fue rechazada.

Por su parte, el Tercer Mundo no estuvo presente, porque los que hoy son estados entonces eran colonias y en América Latina gobernaban las dictaduras militares instaladas por ese imperio para que obedecieran a sus políticas.

Aprovechando la devastación bélica de Europa, Estados Unidos –cuyo territorio no fue escenario de esa conflagración– logró un rápido crecimiento industrial y una galopante acumulación de capital, fortaleciendo su industria manufacturera, vendiendo armas y prestando dinero a los países en crisis. 

Ya había salido de la gran depresión de 1929, y la producción industrial en 1945 había sido el doble de la producción de los años entre 1935 y 1939. De la II Guerra Mundial surgió fortalecido y William Clayton, Secretario de Estado para asuntos económicos, entendió la necesidad de los mercados para su producción.

El asunto se vio con más claridad al conjugarse con el temor del presidente Franklin D. Roosevelt a que se repitiera una gran depresión al regreso de sus soldados de Europa y bajara la demanda a su industria de armamentos, lo que empujó a la creación de un nuevo orden posguerra, hoy empantanado.

La crisis se veía venir desde que el presidente Richard Nixon, el 15 de agosto de 1971, suspendió de forma unilateral la convertibilidad del dólar en oro y ordenaba entre 1971 y 1973 dos devaluaciones, mientras el marco alemán, la libra esterlina y el yen cobraban supremacía, resultado del desarrollo de Alemania, Reino Unido y Japón.

Esos ‘polvos’ han traído estos ‘lodos’ de la crisis financiera mundial, precipitados por los astronómicos gastos de EEUU en la guerra de rapiña contra Irak y Afganistán, defendidos con pico y garra por los halcones de la Casa Blanca. ¡Ya es hora de un nuevo y justo orden internacional! ¿Así lo entendería el presidente Barack Obama?

El Nacional

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