Opinión

El giro estratégico de EU

El giro estratégico de EU

En 1972, EUA inició un giro estratégico con la célebre visita de Nixon y Kissinger a China. Ahondar las contradicciones de la entonces rezagada potencia asiática con la URSS, demostró ser una decisión correcta para sus intereses. Además, preparó la apertura e integración de China al futuro orden mundial.

Cuando implosionó la URSS en 1991, le sucedió una Federación Rusa disminuida bajo un liderato débil de Yeltsin, frente a la emergencia de los agresivos poderes oligárquicos. EUA y la UE sacaron ventajas de esa vulnerabilidad que colocaba los inmensos recursos naturales rusos a su disposición.

Vladimir Putin, empeñado en el restablecimiento del poder nacional ruso, propuso un pacto contra el Islam radical, e incluso, considerar una suerte de alianza con la OTAN.

Sin embargo, tanto Bush como sobre todo Obama, respondieron con un rechazo desconfiado y contraproducente.
La expansión de la Unión Europea hacia el oeste, acompañada del despliegue de la OTAN , revivió viejos fantasmas de asedio y agresión en una Rusia que acusa debilidades estratégicas.

Kissinger advirtió lo peligroso que era llevar ese impulso expansionista hacia las fronteras de Rusia, sin dejar una zona intermedia de Estados neutrales.

El estímulo a las revoluciones de colores por parte de los europeos evidenciaron ser un grave error, ya que tornaban más frágil la región del centro y el este europeo, donde detonaron las guerras mundiales del siglo XX. Los intentos de reducir dependencia del suministro del gas ruso, con la construcción de gasoductos alternativos, amenazaba la estabilidad económica del régimen de Putin. La reacción en Georgia prefiguró lo que sería su brutal respuesta en Ucrania y Crimea.

La política de Occidente, en cierto modo, empujó a Rusia a profundizar vínculos tanto con los BRICS como con el Consejo de Cooperación de Shanghai (CCS)que se perfila como la más poderosa alianza militar. Un desafío sin precedentes a la hegemonía de Occidente.

Eso ocurre en momentos en que el Islam yihadista tiene frentes abiertos en China, Australia, Rusia, India, Africa, Europa y EUA. Resulta paradójico, pero ese renovado impulso yihadista, fue insuflado por los errores y horrores de una desestabilización atizada por Occidente en el mundo árabe.

Es en ese contexto, que debe evaluarse el nuevo giro estratégico de EUA, bajo la Presidencia de Trump. Distender las relaciones conflictivas con Rusia es prudente, ya que es su única superpotencia nuclear rival.

También, es sabio coordinar esfuerzos bélicos con Rusia en Siria y otros escenarios, contra la hidra del terrorismo. Pero tomar medidas preventivas, a partir de las experiencias europeas, para que los terroristas no se infiltren en las corrientes de refugiados y asilados, resulta inevitable. No hacerlo es una estupidez.

El Nacional

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