Opinión

El informe  Jacques Attali

El informe  Jacques Attali

Leí con gran alegría el informe de Jacques Attali, que concluye recomendando que se ponga “a la mujer en el centro del desarrollo”.  Y digo que lo leí con alegría, aunque hay un error conceptual en la recomendación, ya  que de lo que se trata no es de “poner a la mujer en el centro del desarrollo”, sino de reconocer que siempre ha estado ahí.

Esta elemental verdad ha sido muy difícil de aceptar para el sexo en el poder.  En efecto, ya en la década de los 50, cuando el énfasis era el “progreso para todos”, aunque la mujer en el norte se había incorporado de manera masiva al trabajo remunerado porque sus maridos estaban en la guerra, aun no se reconocía la importancia de la mujer para el desarrollo.

En los 60, “Primer Decenio de la ONU para el Desarrollo” se hizo énfasis en la producción e industrialización de nuestros países, y surgen  movimientos sociales donde la mujer se integra, pero sigue sin reconocerse su participación.

En los 70, o Decenio Internacional de la Mujer, de México a Copenhague, se hizo evidente que las políticas de desarrollo-inversión” de nuestros países  no resolvían el problema del subdesarrollo y que la deuda externa iba en aumento.

En los 80, llamados por UNICEF la “Década Perdida”, se acentúan las políticas de ajuste            y nuestros países responden recortando el gasto social.  Un gasto asumido fundamentalmente por los más pobres de los pobres:  las mujeres.  No es casual que en esta década las mujeres comiencen a emigrar en masa y a cargar sobre sus hombros la irresponsabilidad social de sus Estados, cubriendo con sus remesas los servicios de alimentación, salud, educación y vivienda.

En los 80, solo en América Latina se incorporaron veinte millones de mujeres al trabajo remunerado, por lo que surge el concepto de “integración de la mujer al desarrollo”, como si ellas no fueran ya sujeto fundamental, protagonistas y  víctimas, de los inventos y desbarajustes de las estructuras de poder político.

Es en Nairobi (1985), donde surge el concepto  “Género y Desarrollo”, visibilizando el aporte de la mujer a la sociedad y su equidad con el hombre; Y es en Beijing (1995), donde se  completa el propósito de Nairobi, reconociendo que la mujer es un sujeto político, con iguales deberes y derechos ciudadanos que el hombre.

Y todo esto que digo, y venimos diciendo desde hace décadas, no le ha costado al Estado dominicano los doscientos cincuenta mil pesos que le costó cada página del informe de Jacques Attali, si dividimos el millón de dólares  entre las 160 páginas, suma insólita si  recordamos que una maestra o enfermera  que se retira recibe una pensión que oscila entre 8 mil y 10 mil pesos al mes, después de 30 0 40 años de magisterio o anónimo apostolado.

Y después no quieren que la gente cambie de nacionalidad… Mais oui?

El Nacional

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