¿Qué Pasa?

EL LADO BUENO

EL LADO BUENO

Para Laura Eugenia, era muy difícil entender a Mayrita, su hija de 15 años.

Y es que talvez para comprender, debía remontarse al tiempo en que tenía su edad.

Pero los años pasan y la gente olvida. Así es como cada persona mira sus hijos y suele no entender qué pasa por sus cabezas, cuando lo que al parecer sucede, es que olvidó el tiempo en que hizo algo igual o parecido a lo que hoy les reprocha.

Por eso –creo- que cuando Mayrita mira a Laura, ve una enemiga a la que ha tenido que estar unida desde que nació. Mientras, Laura Eugenia, visualiza su hija, como el “problema” que si no tuviera, la haría vivir con más tranquilidad.

Laura tiene 55 años y ha pasado tantos trabajos, que en esta etapa en la que le queda mucho por vivir, siente solo un deseo de tener paz y tranquilidad, cosa, que por supuesto, impide la inquieta Mayrita, quien siempre tiene algo pendiente para hacer sentir complicada a su mamá.

Laura, siempre tiene mil historias de su hija, que cree que es grande, así mismo como lo creía ella en sus tiempos mozos.

Mayrita quiere tener un carro, pintarse el pelo, tener las uñas cada una de diferente color, caminar la ciudad con sus amigos, comprar un celular que casi es una persona y dar vueltas en una grama verde y respirar.

Pero quiere además que le acepten un novio, viajar a Venecia, vestir como rockera, escuchar música tan alta que le destape los sentidos y tener para ella solita un teléfono, de modo que nadie le diga que tiene acortar una llamada luego de dos horas de haberla iniciado.

Mayrita ve injusto el mundo que no le permite vivir a su manera y ve malos a sus padres, porque, piensa que le cortan las alas. No ve la maldad del mundo, ve las calles libres de carros y delincuentes, solo alcanza a ver un color rosa que inunda su vida.

Laura ve todo negro o gris a veces. Mientras Mayrita se ve cruzar corriendo calles y avenidas saltando feliz, su madre la ve tendida llena de sangre, imaginando que alguien la puede atropellar.

La hija se ve amando un hombre que la quiere para toda la vida, confiada a su lado casi todo el dia, yendo al cine o a bailar.

Mientras su madre, la ve, inocentemente entregada a un “tipo” que la puede embarazar y truncarle el camino.

Ambas ven, a veces mal, a veces bien. Son dos puntos de vista de ver el mundo, que chocan a cada instante, hasta que pase el tiempo y las dos, adultas compaginen sus generaciones y sean madre e hija, queridas por siempre, como debe ser. Es asunto de tiempo.

Nada de desesperación.

El Nacional

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