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El lenguaje roto de Haruki Murakami

El lenguaje roto de  Haruki Murakami

En estos días he leído la novela “Baila, Baila”, del escritor japonés Haruki Murakami. Una historia fantástica, de tono intimista y narrada en primera persona, en la que se mezclan la intriga, el amor, la tragedia y la muerte.

La novela está ambientada en los años ochenta y en ella el autor hace un registro pormenorizado de los símbolos que caracterizaron la cultura de esos años a nivel mundial. En esta singular historia se manifiesta la presencia del jazz como elemento primordial que envuelve la trama y rodea la vida de los personajes.

La novela tiene como escenario a la ciudad de Tokio. Es por esta razón que los personajes de la trama no son ajenos a los vericuetos de la vida cotidiana. Un poco hacia adentro Murakami nos plantea los problemas existenciales del ser humano de hoy: patologías diversas, engaños, prostitución, desilusiones, desesperanzas, traiciones.

Junto a las ilusiones de un mundo ficticio y macabro envuelto en la burbuja de la vida ligera. Como enclaves perfectos de las sociedades hipermodernas del siglo XXl, son estas algunas de las coordenadas que trazan las líneas generales del relato.

En ese sentido, “Baila, baila” no deja de ser aleccionadora y nos permite reflexionar, un poco sobre los diversos psicologismos que afectan al hombre moderno. En sentido general la historia se desarrolla en el hotel Delfin, donde el protagonista ha ido a buscar una prostituta con la que había estado antes en este lugar, pero como toda gran ciudad, la tipa se ha desaparecido como por arte de magia y él ha regresado allí como punto referencial para poder trazar los hilos conductores de la trama.

Son frecuentes las apariciones de esta misteriosa mujer, que se va perdiendo poco a poco en los vericuetos de la noche y en cada recodo de la ciudad, lo que hace que el protagonista retroceda en el tiempo narrativo, de manera constante como una vuelta de tuerca.

Estamos hablando que dentro de la historia, aparecen otras que son hijas de esa historia principal: La búsqueda de Kiki en el hotel Delfín, lo lleva a encontrar a Yuki, una niña semi abandonada por sus padres. En ese tramo de la vida de Yuki aparece Gotanda, un viejo amigo de infancia y compañero de colegio.

Con la aparición de Gotanda que es un famoso actor de cine en Japón, se va trazando una especie de aguijón que descifra los siguientes enigmas del relato. Este es un recurso escasamente empleado por los escritores porque se trata de una técnica un poco difícil pero efectiva, que a su vez la encontramos en los cuentos de “Las Mil y Una noches” contados por Scherezade: se trata de la famosa caja china. El protagonista anda desesperadamente buscando a Kiki, por eso llega al hotel Delfín, pero en ese trayecto de su estadía allí, también se enamora de Yumishosi que es la recepcionista del hotel.

Yumishosi le pide que acompañe a Yuki, una niña cuya madre la ha dejado abandonada en el hotel. Aunque se siente atraído un poco por Yuki, que en definitiva es una menor de edad, él sabe que debido a un problema moral no puede violar las reglas del juego.

En ocasiones y debido a los encuentros en las playas y restaurantes que visitan, el lector tiene la ilusión de que algo sucederá al doblar de la página, pero no es así. Murakami es un maestro de la intriga y lo que uno va cocinando en la medida que lee, es una falsa ilusión que crea la ficción, que al final se desvanece para armar la trampa en la que nos ha metido.

Después vienen los aderezos y las circunstancias que adornan el relato: Por esta vía nos enteramos del pasado de los padres de Yuki, y de que Gotanda, además de ser un afamado actor de Tokio es, un vulgar psicópata que después de tener sexo con las mujeres (Kiki y Mei) las asesina y luego se suicida. En algunos pasajes, me parece que la novela tiene también algo de los mejores relatos perturbadores, al estilo de “A sangre fría” de Truman Capote, “Un Mundo feliz” de Aldous Huxley, “La Caja negra” de Amos Oz, y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.

Estos relatos aparecidos en la intrahistoria novelesca son por lo general episodios representativos de la cultura japonesa, “porque el autor deja atrás las convenciones y expectativas de la literatura tradicional japonesa y examina la identidad de sus compatriotas a través de un lenguaje coloquial en el cual el pesimismo es un instrumento de reflexión y búsqueda de uno mismo”. Pienso que Murakami está cerca del mejor surrealismo francés. Pues aparecen en esta novela algunos elementos extraños y perturbadores “que parecen no ser reales, pero que en definitiva trastocan la vida de sus personajes” y de los lectores.

En su literatura hay mucho de buena improvisación: ritmo, armonía, sentido, rompimiento de las formas y musicalidad. Con mucha razón era un degustador del jazz. Un estilo libérrimo de su creación más original, pues desbarata el lenguaje y lo deshace, sobre todo cuando es parte de su identidad literaria.
El autor es escritor.

El Nacional

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