Opinión

El miedo a la deuda

El miedo a la deuda

Orlando Gómez Torres

El domingo pasado los griegos votaron de forma decisiva en contra de la aplicación de más medidas de austeridad sobre su país, en contraste, el gobierno de la República Dominicana anunció ayer el redoblamiento de las medidas de austeridad para el beneplácito del partido oficialista, los de oposición y la sociedad civil. Si bien es cierto que las circunstancias entre ambos países es notoriamente diferente, no deja de ser llamativo el hecho de que nuestro país tenga una severa aversión a la deuda aún a pesar de que estamos viviendo una era donde el post-Keynesismo pareciere ser lo que está en boga.

El temor a la deuda pública en nuestro país no deja de tener su fundamento histórico. La deuda pública externa arrastró a la nación a más de 50 años de inestabilidad política, múltiples amenazas de invasión y a una ocupación extranjera de 8 años. Más aún, la psiquis del pueblo mantiene muy asociados los eventos de inflación acelerada padecidos en los 80s y 90s con la incapacidad del Estado de hacer frente a su deuda. Más que una bondad que permita al país invertir en su desarrollo de largo plazo, los dominicanos asociamos las deudas a eventos de calamidad interna.

Luego del pago anticipado de la deuda de Petrocaribe a principios de este año, la deuda externa del país se situó en un modesto 34% del PIB. Para fines de comparación, la deuda de nuestro atormentado vecino Puerto Rico, asciende a cerca de un 70% de su PIB, lo que les ha llevado a la obligación de públicamente declarar que la misma es impagable y a solicitar su reestructuración con sus acreedores.

Más recientemente, las calificadoras de riesgo han tomado nota del manejo de la deuda que ha estado realizando la República Dominicana, y las calificaciones de nuestra deuda soberana han empezado a variar hacia una inaudita mejoría. No obstante esto, el país no estaría equivocado en persistir en su histórica precaución frente al manejo de su deuda externa.

Algunos de los problemas fundamentales que llevaron a Grecia y a Puerto Rico a su actual situación, están claramente ocurriendo aquí. Los griegos testarudamente se rehusaron a tomar medidas para aumentar las recaudaciones del Estado y por su parte los puertorriqueños no han podido detener la caída de sus recaudaciones tributarias. La República Dominicana no solo tiene dificultades para reducir la evasión de impuestos como los griegos, sino que directamente motoriza gran parte de su economía rehusando cobrarlos a través de incentivos fiscales, lo que provoca que, al igual que Puerto Rico, las recaudaciones persistentemente caigan en comparación con el PIB.

Es comprensible que en años electorales los políticos se abstengan de tratar el tema de los impuestos, pero con la bola picándonos tan cerca primero con Jamaica y ahora Puerto Rico, no debemos posponer el Pacto Fiscal por demasiado tiempo. La deuda externa no tiene por qué ser el cuco que siempre nos hemos echado encima, pero para que esto suceda, nuestra casa fiscal debe finalmente estar en orden.

El Nacional

La Voz de Todos