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El misterio del carisma

El misterio del carisma

Cuando hablamos del carisma como el poder de atracción que poseen algunas personas, tenemos que admitir que es algo inexplicable, enigmático, y hasta misterioso. Todos conocemos hombres y mujeres con escasos atributos estéticos que provocan favorable impresión, y otros bien dotados que generan indiferencia o rechazo.

Un amigo de estatura normal, rostro que muchos califican de feo, rudos ademanes y ocasional trato descortés con las mujeres, que sin embargo las conquista con facilidad.

Entre sus hazañas donjuanescas figuran damas ricas, finalistas de concursos de belleza, y una que otra cantante, llevando a algunas a incurrir en adulterio.
Por el contrario, conozco un personaje destacado de vida pública, elevada estatura, figura esbelta, y buenmozo, de tan escasa suerte con el bello sexo, que dice que se casó con la única mujer que le correspondió al cortejarla.

Una amiga, sin nada en la bola, o sea, aparentemente carente de encantos, se ufana de que nunca ha tenido menos de dos hombres vuelto locos por ella.
De rostro con mandíbula prominente, labios gruesos, y ojos grandes de mirada parecida a la de los esquizofrénicos sin tratamiento, y como si esto fuera poco, de piernas ligeramente gambadas, esta fémina tiene pegada escénica.

Parece un contrasentido, pero un hombre al cual abandonó tras convivir varios meses, intentó suicidarse ingiriendo una sustancia tóxica.
Felizmente un lavado de estómago realizado a tiempo lo liberó de juntarse con el diablo, de acuerdo a lo que dicen algunas personas religiosas acerca de lo que sucede a los suicidas.

Así como los hombres altos y fornidos atraen a las mujeres, aquellos de anatomía esmirriada también las ponen a hacer cerebro, y hasta a declararles su amor.
Una amiga sicóloga dice que el encanto de los larguiruchos fortachones se debe a que con ellos las féminas se sienten protegidas, mientras que los chaparros desprovistos de músculos prominentes les despiertan el componente maternal.

Como las mujeres son de reacciones contradictorias e impredecibles, basta un simple aspecto de la personalidad o la apariencia física de un hombre para sacarlas de una atracción inicial.

El propietario de un colmado sentía celos de un cliente, porque notaba que a una empleada de la cual estaba prendado, le gustaba el individuo.
Pero sus celos desaparecieron una tarde en que la dependienta se paró en la puerta del negocio para seguir con los ojos el paso de su admirado varón.
-Oh, pero que feo camina ese hombre- casi gritó, y desde entonces sus manifestaciones de agrado hacia el cliente cesaron por completo.
Una atractiva amiga, que tenía varios aspirantes a dormir con ella bajo el mismo mosquitero, llevó a estos a acusarla de tener una de dos cosas: cortedad de visión, o mal gusto.

Aunque se sobreentiende que esta reacción contenía carga de despecho, era obvio que estaba fundamentada.
Y fue que el pretendiente vencedor era tartamudo, sus dientes estaban desparejos, algunas piezas habían abandonado el albergue natural, y su cuerpo extremadamente delgado lo convertía en un ser casi invisible.

A veces el carisma nace por la posesión de gran inteligencia, voz hermosa, temperamento jovial, o solidez cultural.
Por eso no debe confundirse con carisma lo que puede ser una combinación de talento y cultura, que deviene en dominio de la palabra, o usando el lenguaje popular, en facultad de muela.

Tampoco la circunstancia de que el afortunado con las mujeres sea millonario, y al mismo tiempo, generoso de gastos con aquellas a quienes aborde con fines de simultáneo despojo de ropaje.

Podría extenderme largamente en el desarrollo de este tema, pero se ha repetido mucho algo que considero valedero, y es que lo bueno, si además es breve, resulta dos veces bueno.

El Nacional

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