Opinión

El Muro de las Lamentaciones

El Muro de las Lamentaciones

POR:  Orlando Gómez Torres

orlando.gomez@gmail.com

 

Este año se estarán cumpliendo los 10 años del día que fui honrado con un espacio de opinión en el periódico El Nacional, para el cual ya he escrito casi unos 500 artículos. La monumental tarea me ha servido para admirar y valorar el trabajo de otros tantos que exponen sus opiniones con mucho mayor frecuencia y desde hace mucho más tiempo que yo por los diversos medios escritos y digitales del país. Confesando que para el de hoy quedé sin tema, hice el ejercicio de ver hacia atrás a los escritos de hace años y quedé estupefacto al notar que a lo largo del tiempo muy poco ha cambiado. Es como si ya debiera bautizar este espacio como “El Muro de las Lamentaciones”, donde todos los años se van a echar los mismos rezos.

Hace 10 años lamentaba como el activismo desinformado levantó la consigna de la contrarreforma del sector eléctrico para expulsar las inversiones extranjeras de la industria y estatizar la distribución de la electricidad, a pesar del clamor de las voces más sensatas de aquel entonces. Unos $8 mil millones de dólares americanos gastados en cubrir el déficit de las muy estatales empresas distribuidoras después, hoy lamento el atropello de la inversión extranjera en la industria minera y el probable impacto en el bolsillo de cada uno de los dominicanos.

Dentro del tema eléctrico, yo al igual que todos los dominicanos, seguimos lamentando con la misma intensidad de hace 10 años la falta de luz, resultado de parches ineficientes que no atacan el problema de fondo. El parche de aquel entonces era el famoso Acuerdo de Madrid, el de hoy en día son las muy estatales plantas a carbón, que dicho sea de paso, es el tipo de plantas de las que en pleno Siglo XXI todo país desarrollado viene desechando.

Hace 10 años recogía las lamentaciones infundadas sobre como el Código Procesal Penal incidía en la criminalidad, y hoy toca escribir de como el mamotreto elaborado por el Congreso pretendiendo modificarlo tampoco va a incidir sobre la misma. No tan diferente a como desde aquel entonces era necesario hacer notar el absurdo de las teorías conspiranoicas sobre las “potencias extranjeras que desean fusionarnos con Haití” o la llamada “invasión pacífica”, a como 10 años después lo sigue siendo.

Los lamentos sobre nuevas reformas fiscales en el horizonte, más preocupaciones sobre estafas en esquemas piramidales y que estas “no están tipificadas” para perseguirlas, las alertas por el gigantismo estatal, los temores por el medalaganismo de los choferes, los cárteles y  onopolios con respaldo del Estado, la concentración de mercados, los militares en las calles, la falta de institucionalidad, la falta de calidad en el gasto del Estado, en fin, es posible publicar cualquier cosa de hace 10 años hoy en día y tendría entera validez.

Este Muro de las Lamentaciones en si no lo considero nada especial, es no más un reflejo de que en estos dos tercios de isla pocas cosas, siquiera alguna, cambia. Y de hacerlo, para colmo de males, lo hace para peor. Haga usted su muro y rece su rosario, que por suerte estos se hacen a forma de circunferencias para que usted los use mientras le quede vida.

El Nacional

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