Opinión

El nuevo  PRD

El nuevo  PRD

Como diría Fafa Taveras hoy más que nunca se hace necesario refundar al Partido Revolucionario Dominicano. Es decir, crear un nuevo PRD. Nuevo en la imagen, en la idea, en la disciplina,  en la solidaridad, en la fe, en la esperanza. Que abra las ventanas para que pueda oxigenarse y transparentarse ante un pueblo que espera su emancipación desde hace siglos.

Acojo con entusiasmo la creación de un nuevo PRD. Pero abierto, plural, democrático, socialdemócrata, vanguardista, donde nadie se coloque por encima de sus organismos ni de sus leyes establecidas en sus estatutos.

Un nuevo PRD que no pretenda echar en un zafacón a los viejos militantes y dirigentes como si fueran desechos, porque en ellos está la experiencia y la sabiduría, porque, como dice la gente, “más sabe el Diablo por viejo que por Diablo”. Un nuevo PRD donde haya un balance entre lo viejo y lo nuevo, porque no son antagónicos, aunque en ocasiones por razones generacionales  se enfrenten. “Lo mejor de lo nuevo, con lo mejor de lo viejo”, decía Peña Gómez. Y en ese razonamiento hay una verdad dialéctica.

Un nuevo PRD que haga suyo el artículo 1 de los estatutos del “viejo PRD” que dice que el PRD “es una organización al servicio del pueblo cuyo pensamiento político se nutre de los principios sustentados por los fundadores de la nación dominicana, los forjadores del Partido y de los ideales de José Francisco Peña Gómez”.

Aspiro a un “nuevo PRD” que siga los lineamientos trazados en el artículo dos del viejo PRD: “El Partido Revolucionario Dominicano actúa en el campo político nacional e internacional para organizar, educar y conducir al pueblo dominicano a la plena realización de una sociedad basada en la independencia política y económica, y en los objetivos y principios de libertad, bienestar, igualdad, justicia, solidaridad, autodeterminación, coparticipación, paz, trabajo, honestidad, integración regional, y defensa y protección del medio ambiente”.

Un nuevo PRD cuyos dirigentes y militantes hagan de esos preceptos una realidad, que formen parte de una práctica cotidiana, que no sean sólo palabras.

Un nuevo PRD con dirigentes no se le vendan al gobierno de turno en oscuros acuerdos de aposento, de bibliotecas o de lujosos despachos palaciegos. Un nuevo PRD sin pactos secretos con el Diablo. Transparente frente al pueblo.

Un nuevo PRD al estilo del viejo PRD cuando se fundó en La Habana hace 70 años.

Un nuevo PRD con dirigentes como los que regresaron al país tras la muerte de Trujillo, con las banderas de la dignidad y el decoro en sus manos, con el pecho descubierto, sin miedo, dispuestos a dar la vida en aras la libertad y la justicia.

Un nuevo PRD que, como el viejo PRD de aquellos gloriosos años, se convierta en la antorcha que guíe al pueblo por los senderos del progreso.

Un nuevo PRD capaz de hacer oposición, de luchar a brazo partido para que el pueblo tenga energía eléctrica buena y barata 24 horas, todos los días; para que haya educación gratuita y de calidad, salud para los pobres gratuita,  protección para todos. Un nuevo PRD, que, al igual que el viejo PRD, defienda los intereses del pueblo y del país, no los de grupos empresariales o de negociantes de la política.

Un nuevo PRD que vuelva a sus raíces, que rescate su historia, su legado, que respete a sus muertos. Aquellos hombres y mujeres que sacrificaron sus bienes y sus vidas por este partido y por este pueblo.

Un nuevo PRD que sea capaz de tomar las armas nuevamente si las circunstancias así lo requieren.

Un nuevo PRD que se conecte con la sociedad, pero fundamentalmente con los de abajo, con los que le dan razón de ser a su existencia. De lo contrario, no lo quiero. No quiero un nuevo PRD para satisfacer las ambiciones de riquezas de nadie que no sea el pueblo.

Alguien me dirá que yo quiero un nuevo PRD utópico. Tal vez. Pero es mil veces mejor la utopía, el sueño, la fe y la esperanza que el engaño y la traición. Es necesario un nuevo PRD revolucionario, de izquierda; no un PRD conservador, de derecha.

Un nuevo PRD para hacer negocios, para burlar la voluntad popular, para coincidir con los grupos oligárquicos, con el gran capital, no puede sustituir al viejo PRD de Ángel Miolán, Ivelisse Prats, Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino Dipp, Vicente Sánchez Baret, entre otros viejos. Yo prefiero mil veces a esos viejos del viejo PRD que a muchos de los dirigentes del nuevo PRD.

Ellos pueden cantar con orgullo, levantando su brazo potente, “que viva, que viva el Partido Revolucionario Dominicano. El Partido del Pueblo. De la libertad, libertad, libertad”, como reza el himno del viejo PRD escrito por Peña Gómez y musicalizado por Aníbal de Peña.

El Nacional

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