Opinión

El objetivo de MVM

El objetivo de MVM

Miguel Vargas Maldonado es una figura que no puede ser abordada bajo criterios estrictamente políticos en el sentido riguroso de ese concepto. Él podrá ser el dirigente partidario que sus trapisondas le permitan, pero el objetivo de su accionar en ese ámbito, no responde a los criterios naturales de esa ciencia.

La política, para él y en sus manos, se convierte de forma ineludible, en instrumento que persigue propósitos disímiles a los que representa la finalidad de una actividad que procura, aun sea en su definición ideal, conquistar el poder para hacer prevalecer ideas sobre políticas públicas a impulsarse en una sociedad determinada.

Miguel Vargas es, por encima de cualquier valoración, hombre de negocios, alguien que la totalidad de sus acciones intenta asumirlas como inversiones, cuya motivación es un beneficio de naturaleza pecuniaria o connotación social. Eso no es ni bueno ni malo. Es una condición. Lo pernicioso es llevar eso, de manera artificiosa y perjudicando colectivos, a escenarios inapropiados. Todo en lo que se involucra, lo hace respondiendo a esa premisa de plusvalía y, de esa forma, su vida política no debe excluirse.

Sus conductas en la conducción del PRD no pueden evaluarse al margen de estas consideraciones. Sus hechos, el único resultado que propicia es disminuir el potencial de su Partido, en una lógica perversa, sobre todo si se toma en cuenta que, al unísono, afianza el control individual sobre la organización. Para él, siempre que eso subsista, todo está perfecto.

De ahí que, mientras controle siglas y símbolos, sus objetivos estarán cumplidos porque de esa forma está garantizando sus satisfacciones de tipo personal dentro de una franquicia llamada a producirle altísima rentabilidad.

¿Quién no ha podido constatar que su manejo reduce las posibilidades electorales del PRD? Pero a un doliente tan precario, eso le resbala. Al contrario, mientras más pequeño sea el espacio donde tenga que consensuar decisiones, más grande será la oportunidad de maniobrar y, por consecuencia, mayores los réditos, los cuales tendrá que repartir menos y se concentrarían casi por completo en la horma ancha de sus ambiciones.

Por eso, desde mi apreciación, pierden tiempo quienes pretenden analizar con perspectiva política los acontecimientos del PRD, intentando resaltar las supuestas pérdidas de Miguel Vargas. Para este señor y su cofradía, todo ha sido ganancia. Se han reafirmado como los interlocutores obligados, con quienes tendrá que pactarse la tradicional repartición del poder, con lo que eso implica.

El Nacional

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