Opinión

El Papa

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 Estoy convencido que la abdicación de Benedicto XVI, lejos de asumirse como acto de cobardía, debe entenderse como intento extremo por revertir la gravísima situación que generaron en su iglesia diversos escándalos que la están sacudiendo. Voy más lejos, sostengo que la elección del sucesor formaba parte de dicho esfuerzo y el pasado Pontífice fue decisivo en la misma.

 Hay que suponer la terrible situación en que se vio Benedicto cuando se sintió acorralado por los ostensibles estremecimientos que experimenta la iglesia católica, a lo cual se adicionaban las limitantes que implican su edad y las derivaciones de esa circunstancia.

 Así, supuso que resultaría positivo producir un sacudimiento con un hecho inédito durante más de 600 años, como su renuncia, al tiempo de intentar canalizar la elección de un sustituto que considerara con condiciones para introducir los urgentes cambios que la situación reclama.

Los resultados no han podido ser más halagüeños a partir de lo fácil que el impase de la sucesión fue superado y del perfil del Cardenal Jorge Mario Bergoglio.

La elección pone de manifiesto que la cúpula cardenalicia tiene conciencia de que la situación es muy delicada y que ameritaba dar una respuesta que lanzara un mensaje inequívoco de disposición a enfrentarla. No obstante, ratifica que si bien es cierto que habrá enmiendas, permanecerán incólumes los postulados esenciales de la iglesia de Roma.

Bergoglio es un sacerdote conservador, pero de franco distanciamiento de posiciones extremas, con un historial de humildad y de apego a símbolos de los cuales su institución está urgida en la actualidad. Se hablará menos, pero se hará más, a partir de un convencimiento de que llegó la hora de predicar con el ejemplo.

La elección de su nombre es en sí misma un trazado de ruta. Cualquiera de los dos Francisco legendarios que pudieron motivarlo, el de Asís o Javier, evidencia una disposición de persuadir en la dirección de hacer del ejercicio sacerdotal una práctica más cónsona con los predicamentos del cristianismo.

El otro elemento aleccionador, es la orden a la cual pertenece el nuevo Patriarca. La Compañía de Jesús es un referente de los senderos que jamás debieron ser abandonados  por una entidad que precisamente por eso se ha alejado de sus bases de sustentación.

Por todo esto, Francisco simboliza una salida airosa para la iglesia. Avanza sin desdecirse. Concilia intereses enfrentados y evita exponer públicamente la magnitud de una crisis mayor.

 

 

El Nacional

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