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El papelazo dominicano en Serie del Caribe 2017

El papelazo dominicano en  Serie del Caribe 2017

Los Tigres de Licey completaron una de las actuaciones más desafortunadas de República Dominicana en la historia de sus participaciones en las Series del Caribe, etapa iniciada en 1970.

La delegación criolla por segundo certamen consecutivo se despidió sin poder realizar el último out del juego a ninguno de sus rivales. Ya eso había ocurrido el año pasado cuando la representación local, Leones del Escogido, fungiendo como anfitrión, perdió sus cuatro desafíos ante cubanos, mexicanos, venezolanos y boricuas.

En nuestra nación el béisbol es marca-país y motivo de orgullo por las grandes actuaciones de nuestras estrellas de las grandes ligas que en cada campaña se ganan el reconocimiento de los medios y la fanaticada que sigue ese pasatiempo en Estados Unidos y esta región.

Perder 10 juegos consecutivos y marcharse de la serie dos veces sin ganar es un motivo para que la Liga Dominicana y sus directivos tomen los correctivos de lugar, pues no hay que rendir cuentas al país porque no se trata de un torneo de naciones sino de clubes.

La Serie del Caribe es un torneo de clubes campeones, aunque a partir de 1994 -por razones que pocos recuerdan y otros nunca olvidan- se decidió por colocar el nombre de DOMINICANA en la chaqueta del representativo local, anzuelo que los fanáticos criollos no mordieron y hasta estos días mayoritariamente sólo los seguidores del monarca local gozan los triunfos y sufren las derrotas y si ustedes no lo creen realicen una encuesta entre los parciales de las Águilas y del Escogido sobre sus sentimientos después del humillante revés propinado a los Tigres de Licey.

Argumentos hay de sobra para justificar el desastre, pero ninguno es convincente: la altura del Pacífico mexicano, como si fuera la primera vez que una delegación asiste a ese territorio; cansancio, cambio de hora, etc.

Lo objetivo es que República Dominicana, campeón mundial de béisbol y el segundo país con mejor material en ese deporte, inclinó la bandera y elevó la mala racha a 10 derrotas consecutivas, segunda peor de la historia de estos eventos, pero único país que ha salido de dos versiones corridas sin saborear un triunfo.

Es la primera ocasión que los colectivos dominicanos cruzan un ciclo (2013-2016) e inician el siguiente sin ganar lo que una vez llamaron la Pequeña Serie Mundial del Caribe, cada año más reducida en calidad por el poco material disponible.

En esta oportunidad la justa local terminó en una fecha que coincidió con un largo feriado y estructurar la novena no fue fácil. El equipo nunca estuvo junto y varias piezas se lanzaron de la nave antes de la partida por razones diferentes.

Se han propuesto alternativas para que el torneo dominicano se inicie temprano de octubre como ocurre en las naciones que conforman la Confederación del Caribe y no suceda lo ocurrido en el campeonato 2016-17 cuando un directivo solicitó -y fue aceptado- iniciar con una semana de retraso por asuntos económicos y vaya que económico resultó con las suspensiones y el uso de fechas que debieron ser utilizadas para otras cosas.

La justa dominicana consta de una serie regular de 150 partidos (50 cada club) que es normal para un circuito otoño-invernal, pero la etapa de los playoffs es agotadora física y mentalmente con 36 juegos (18 por equipo) en la semifinal y una final pactada a un 9-5. Los 27 desafíos de postemporada celebrados por Licey y Águilas en la estación pasada equivalen al 54.0 por ciento del calendario de la vuelta regular ¡Increible!.

Solicitar la reducción de ese calendario es como si se lanzara piedras a la luna, pues para directivos y fanáticos el torneo comienza con el round robin y quizás los ejecutivos prefieren –para exagerar- una regular de 120 juegos (40 por equipo), un RR de 48 (24 por novena) y una final pactada a 11-6, como se jugó en 1971.

Lo cierto es que el campeonato tiene que terminar más temprano y la Lidom, encabezada por su presidente Leonardo Matos Berrido, debe volver a la realidad de que el ganador del circuito representa los colores de un club y su fanaticada, no del país, cuya representación estará en marzo próximo defendiendo el título mundial en el Clásico.

El papelazo no debe continuar, República Dominicana exhibe una marca peor que Puerto Rico y Cuba desde el 2014 y quienes aman el béisbol no soportan inclinar la cabeza cuando de la Serie del Caribe se trata en una década en la que los mexicanos se llevan la medalla de oro en lo competitivo y lo organizativo y de la que Cuba se marchará sin nunca ver coronarse a un equipo dominicano.

UN APUNTE

Dominicanos dirigen

Los dominicanos Juan Francisco Puello Herrera y Mario Soto presiden la Confederación de Béisbol profesional del Caribe, organizadora de la Serie del Caribe y la Confederación de Peloteros Profesionales del Caribe, que agrupa los jugadores del área.

Rolando Guante

Columnista especializado en béisbol, baloncesto y voleibol con más 30 años de experiencia, escritor de Reporte de las Mayores en El Nacional. Orgullosamente de Haina.