Opinión

El paso por la vida

El paso  por la vida

Luis Pérez Fondeur

En la antigua Roma cuando un general regresaba victorioso de una batalla, en su desfile triunfal por las calles, este recibía elogios y honores del pueblo. Como existía el riesgo del delirio de grandeza, para evitarlo un hombre estacionado detrás le decía “Respice post te hominem te memento” (mira de después de ti, al momento después de tu muerte y recuerda que eres solo un hombre).

Olvidamos que solo somos hombres, mortales, con debilidades, vicios, pecados, ignorantes de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. Y los que saben lo que pueden llegar a ser, lo que pueden hacer y marcar una diferencia positiva en el mundo son castigados y humillados.

Necesitamos curiosidad para conocer los orígenes, estructura y visión de la cosa. Dedicación, recordar sin importar lo aburrido, macabro o difícil del objeto de estudio; no se pierde de vista el objetivo y la mortalidad recordar que podemos morir y el tiempo que tenemos hay que aprovecharlo para un objetivo que nos dé satisfacción propia.

Roosevelt decía que las grandes mentes hablan de ideas, las medianas de eventos y las pequeñas de otras personas. Y tenía toda la razón. Con esto el tiempo que tenemos no podemos calcularlo así como la medicina nos dice que podemos vivir hasta los 100 años y la ley de Murphy nos dice que algo puede salir mal y reducir esos años a cuarenta o menos.

La inmortalidad no se consigue física ni viviendo 100 años. Podrías ser recordarlo, no la encuentras buscándola, ni deseándola Los grandes maestros encontraron inmortalidad, no física ni mucho menos, sino a través de sus pensamientos y aportes a la historia.

El poco tiempo que el mundo nos permite vivir, debemos dedicarlo a una idea que nos haga feliz, que nos haga sentir orgullosos de las decisiones que hemos tomado, porque si llegamos a un punto de nuestra vida que no nos gusta y nos arrepentimos, la culpa es nuestra, solo nuestra, porque tenemos libertad y podemos razonar si las cosas nos convienen o no, si van en contra de nuestra visión propia del bien y el mal.

A los veinticinco años las personas comienzan a dudar de sus capacidades porque se imaginaban que iban a ser millonarios para disfrutar de su juventud y le tienen miedo al fracaso porque se comparan con los demás; muchos ven su vida con ojos ajenos y no se ven ellos mismo.

La vida es una competencia con nosotros mismos, mejoramos cada día, cada hora, cada segundo. Tenemos que combatir ideas con mejores ideas, las ideas de ayer con las ideas del presente, la idea de que la muerte está cerca con la idea de que tenemos que disfrutar la vida y no dejar que la vida nos olvide, dejándole un aporte, un recuerdo, una idea para no sentir que todo fue por nada.

El Nacional

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