Al igual que otros países, nosotros también solemos escoger nuestro personaje del año. Escogencia que no ha de resultar negativa y mucho menos conflictiva para la sociedad, sino más bien un reconocimiento público para quien resulte triunfador.
A nuestro criterio, para que un dominicano o dominicana sea seleccionado como hombre o mujer del año, lo primero que se ha de tomar en cuenta sería que sus virtudes estén muy por encima de sus defectos.
Lo segundo sería tener presente que su tasa de rechazo, como mínimo, esté por debajo de un 30%; lo tercero, que no sea amante de las polémicas estériles, y lo cuarto, que sea un ejemplo a seguir o imitar por sus compatriotas.
Así las cosas, me atrevería a confirmar que todos los que hemos vivido este año en nuestro país sabemos, perfectamente, quien debería ser el personaje del año.
Se mantuvo en la palestra durante todo el 2012. Gozó de innegable popularidad y aceptación positiva por parte de todos los estamentos de la sociedad. Más aún, continúa siendo positivamente valorado producto de sus diversas acciones cotidianas, propias de las funciones administrativas que desempeña.
Sin duda alguna, es prototipo de capacidad, mesurado, inteligente, batallador y paradigma de un nuevo liderazgo político. Reconocido a lo largo y ancho de la isla.
Supo codearse con todos los segmentos de la población sin hacer uso de la violencia o la difamación, se comunica con los dem[as de manera llana y comprensible.
Es humilde, preparado, prudente, incapaz de ofender con la palabra escrita o hablada, profesional, con probados conocimientos en la política, honrado, trabajador incansable y defensor de los preceptos morales y cristianos.
Lo que deseo dejar expresamente establecido, con toda honestidad, es que el personaje del año 2012, definitivamente, ha de serlo el licenciado Danilo Medina, presidente constitucional de la República Dominicana. Queda dicho.
