Opinión

El PLD: hueso duro de roer

El PLD: hueso duro de roer

La larga permanencia del PLD en el poder es resultado de varios factores, muchos de los cuales lejos de constituir motivo de regocijo para esa organización, debieran ser causas de vergüenza, si preservara la mística original sobre la que se sustentó Don Juan para fundar una organización que ha defraudado su legado inmenso.

No obstante, para ser integral en el juicio, preciso es reconocer que en varios aspectos, el partido gobernante debe su éxito relativo a una enraizada vocación de poder que ha sabido colocar por encima de sus conflictos internos y amenazas externas para salir airoso de serios tropiezos que, de haber sucedido en otras entidades partidarias, habrían implicado un descalabro de gran envergadura.

Sin atisbos de dudas, el PLD está pasando su momento político más difícil debido a la letal combinación de la magnitud del caso Odebrecht, de su componente internacional, del carácter cantinflesco de una investigación local que no conduce a ninguna parte y del progresivo desarrollo de un ejercicio de ciudadanía que pese a esfuerzos por desvertebrarlo, no hace más que consolidarse.

En medio de ese estremecimiento brutal, el PLD ofrece demostraciones de resistencia del vendaval y resultan evidentes decisiones tomadas hacia dentro y hacia fuera con el innegable propósito de morigerar la contundencia del embate.

La definición en tiempo record de las designaciones en la SCJ y en el TSE; la variedad en los artilugios para intentar desvanecer la Marcha Verde (atribuir su auspicio a resabios de generadores eléctricos; asignarle connotación golpista; desprestigiarla por ser utilizada de forma oportunista por algunos; celebrar supuestos retiros de financiamientos; señalarla como parte de la agenda de Estados Unidos; desatar una campaña antihaitiana que es un ardid); integrar una Comisión para el análisis de licitación y asignación de las plantas de Punta Catalina; ratificar el acuerdo sobre la alternancia en la presidencia de la Cámara de Diputados; y la reciente traída al escenario del fantasma de la repostulación presidencial, son solo algunas de las pruebas de que el PLD maneja sus situaciones de riesgo con muchísima inteligencia política y admitir eso no debe ser considerado lisonja inmerecida.

¿Qué debe preocupar al PLD y al gobierno? Que la gran mayoría de sus recursos para salir airosos de esta coyuntura hostil no han producido los resultados anhelados porque la gente manifiesta hastío y ellos, mejor que muchos, saben que cuando eso ocurre, ni el dinero ni el poder pueden revertirlo.

El Nacional

La Voz de Todos