Opinión

El PLD y aliados

El PLD  y aliados

Es palpable que el Partido de la Liberación transita uno de los momentos más convulsos y difíciles de su historia. A causa de la lucha de poder que carcome sus entrañas y torna impredecible su desenlace otro aliado de tanto peso y tradición como la Fuerza Nacional Progresista (FNP), que lidera Marino Vinicio Castillo, ha formalizado una ruptura con el peledeísmo que no se puede soslayar.

La pérdida de un aliado que tanto ha aportado a ese partido no ha sido el único síntoma del desamor con sus aliados. En julio de 2011, el líder de Alianza Por la Democracia (APD), Max Puig, formalizó su ruptura en desacuerdo con el rumbo y las prácticas desde el poder asumidos por la organización. Lo hizo para fortalecer su proyecto político. Cuando el PLD todavía no se planteaba convertirse en una maquinaria tuvo en la APD y la FNP sus dos y únicos aliados.

La APD y la FNP son fuerzas políticas de concepciones opuestas, pero ambas han coincidido en que su partida ha sido por principios y no por intereses. Cuando Puig rompe con el PLD para fortalecer su partido lo hace desde el poder. Ocupaba el Ministerio de Trabajo. Y Castillo no solo deja la Dirección de Ética, sino que su hijo Pelegrín abandona el Ministerio de Energía y Minas y otros dirigentes de su partido se van de Migración y de la Dirección de Fronteras. Son los aliados de más categoría que han acompañado al peledeísmo en su trayectoria. Desde los tiempos de Juan Bosch la relación era tan compacta que Puig fue senador por Puerto Plata en la boleta del PLD y Castillo candidato al mismo cargo por el Distrito Nacional.

Si bien la ruptura de Castillo ha sido con el Gobierno del presidente Danilo Medina, con el cual arrastraba visibles contradicciones, sobre todo en torno el tema haitiano, el detonante ha sido la reforma constitucional impulsada por el PLD para consignar la reelección. La fuerte lucha protagonizada por seguidores de Medina y del expresidente Leonel Fernández es la confirmación de que el PLD se ha divorciado de sus paradigmas. Gracias al poder el partido fundado por Bosch ha drenado a la oposición, pero con la salida, primero de la APD y ahora de la FNP ha perdido a sus dos aliados de más peso moral, lo que impide minimizar la ruptura en función del caudal electoral.

El PLD tiene ahora como una de las tareas más perentorias resolver el impasse en torno a la reforma constitucional. Pero al mismo tiempo tendrá que abocarse a un examen, por el impacto de decisiones como la de sus antiguos aliados, de esa filosofía de que valen los fines y los medios. Lo ocurrido con esos aliados que se han marchado desde el poder, sin duda que después de esperar en vano un reencuentro con los postulados, sintetiza la dimensión del malestar.

El Nacional

La Voz de Todos