Opinión

El poder de los chiquitos

El poder de los chiquitos

Las alianzas, no solamente están previstas por la Ley Electoral, sino que los partidos políticos, todos, las han privilegiado cada vez que se aproximan los torneos electorales.

La historia es larga, pero los incidentes, el éxito y los fracasos, se repiten, no importa el año o la naturaleza de los comicios. En algunas alianzas se gana y en otras se pierde. Así sucede en todas las actividades.

Los grandes partidos, son casi siempre los grandes ganadores. Los chiquitos, emergentes o minoritarios, a veces reciben buenas oportunidades, y también salen ganando.

Una indiscutible ventaja de los partidos chiquitos, en sus alianzas con los grandes, es la preservación de la personería jurídica, que les asegura continuar vigentes, mas allá de los comicios que sustentan la alianza, y, de paso, recibir los beneficios que ello conlleva.

Como dije antes, el suspiro se lo llevan los partidos principales. El mayor aporte de los chiquitos, a favor de los grandes, mucho más que los votos, es el impacto psicológico que las alianzas producen en la población electoral.

La experiencia mas reciente sucedió en las elecciones presidenciales últimas, cuando el PLD logró atraerse a casi una veintena de grupos chiquitos. Sin duda, los votos que se sumaron al PLD fueron decisivos, pero, más que eso,  lo mas apabullante fue la simbología de las boletas en manos de los electores, en las que el PLD aparecía como una fuerza invencible.

El proceso de las alianzas electorales, no es tan fácil como aparenta.

Los grandes partidos, en ocasiones abusan de los chiquitos.

Es como si quisieran vencerlos por cansancio.

Se discuten las propuestas y contrapropuestas y al final, faltando horas o días, entonces se firma el acuerdo.

No por chiquitos, los grupos pequeños están compuestos y dirigidos por santurrones y hermanitas de la caridad.

Hay buenos y malos, igual que en los grandes partidos.

Las minorías existen en todas las democracias, y la gran preocupación del legislador es procurarles un marco legal que les permita coexistir dignamente.

Sin minorías, no puede haber democracia.

Aunque usted no lo crea, los partidos chiquitos también tienen poder.

El Nacional

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