Opinión

El relato forzoso

El relato forzoso

Aceptemos que entre los cercanos  a  Jesús  estuvo un judío llamado Leví,  hijo de Alfeo, que tenía la ingrata misión de cobrar impuestos, y que se fascinó con el Mesías y le siguió, cuando éste, dice Lucas, “salió de la casa y vio a un publicano, llamado Mateo, que estaba sentado en su oficina de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El, dejándolo todo lo siguió”; pero ese no es el Mateo que 90 años después compila los relatos que el Canon recoge bajo el título  Evangelio de Mateo.

El que hizo esa invaluable labor para la fe cristiana no era judío, como lo demuestran los analistas de los aspectos textuales y era mucho más  entusiasta que el Mateo original, por una poderosa razón, el primer Mateo murió antes de que surgiera el cristianismo y  no tuvo tan percatado de las cosas a las que había que responder para la evangelización de las comunidades helenizadas, y entonces no se limitó a compilar la historia, la enriqueció en todo lo que su criterio le dictara necesario.

Legó el más eclesial de los textos canónicos con un objetivo que acabó frustrado: el de convencer a los judíos que  Jesús era la respuesta más cercana de todas las profecías del Antiguo Testamento, pero lo que resultó indiferente para los judíos fue muy provechoso para los gentiles.

Su empeño en mostrar que Jesús había nacido de una virgen, aunque en su mismo relato muestra a la virgen como madre de otros hijos, busca una conexión con el texto de Isaías: “El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la virgen grávida da a luz, y le llama Emmanuel. Y se alimentará de leche y miel, hasta que sepa desechar lo malo y elegir lo bueno…”

La contradicción básica es que Mateo, el compilador, pretende demostrar dos verdades muy contradictorias, la primera, que Jesús es creación divina, y no producto del ayuntamiento carnal de una pareja, pero al mismo tiempo lo hace descendiente de la genealogía de José, lo que no tiene lógica, puesto que si no es hijo de José nada tiene que ver con sus ancestros.

Y Mateo lo primero que procura es demostrar que no es cierto que Jesús es un pobre de solemnidad: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac… (Este a muchos otros). José engendró a David, David a Salomón en la mujer de Urias… (Por ahí siguió la cosa)… y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo”.

Pero siendo Jesús hijo de Dios y no de José no puede ser la de José su genealogía a menos que  existieran razones para demostrar que la palidez  no era de hambre, que el nacimiento en pobreza fue escogido porque  así estaba escrito, pero que no era un judío de los que estarían condenados  a ejercer los oficios que les correspondían a su clase social, como  la carpintería, sino que tenía estirpe sacerdotal y profética.

Mateo, el que se llamaba Leví y recaudaba impuestos, recreado por Mateo el compilador con licencia para responder a las necesidades de la coyuntura, se convertían en un símbolo atrayente para un imperio que buscaba expandir una creencia que le sirviera como instrumento de cohesión, con ciudadanos que tributaran para el templo y para el César.

El Nacional

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