Opinión

El sector privado que tememos

El sector privado que tememos

 Las últimas semanas debieron ser sumamente vergonzosas para el sector productivo privado de la República Dominicana , sin embargo, para mi espanto personal, estas pasaron para ellos como parte de su día a día.

Desde mendigar la acción del Gobierno para colocar el excedente de pollos y huevos dejados de vender a Haití, a las visitas del presidente Danilo Medina, donde docenas de “productores” corren a pedir auxilio, hasta los números de “empleos creados” en los últimos años dados por estos mismos, todo esto debería ser motivo para la autoevaluación de un sector que en general parece estar acomodado dentro de su fracaso. Pero estos parecen preferir apuntar sus dedos en otras direcciones.

 Uno de los problemas es bastante fácil de identificar, para gran parte del sector privado en República Dominicana no existen consecuencias por sus malas decisiones de negocios. Los productores de pollos y huevos están acostumbrados a que, en caso de sobreproducción, el Gobierno les compre, por lo que no tienen ningún incentivo de programar adecuadamente su producción o buscar más mercados donde vender. “Haití nos deja de comprar, pues que compre el Gobierno y este los venda donde quiera”, es la mentalidad. Si el Estado, en cambio, se rehusara a intervenir, es probable que nuestros acomodados productores reconsiderarían cometer el error de poner todos sus huevos en una canasta de nuevo. No muy distinto ocurre en otros sectores improductivos.

 Otro de los problemas evidentes en el sector privado local es justamente que adora escudarse bajo el título de “nacional”. Y bajo ese amparo bloquean nuevas inversiones, perjudican a los consumidores, se agencian millonarias exenciones fiscales y más aún se benefician de subsidios irracionales. Se han vendido como los garantes de la “creación y preservación de empleos” algo que ellos mismos aportaron los números indicando todo lo contrario, y pretenden mantener esa ilusión para seguir obteniendo favores improcedentes a pesar de que es empíricamente comprobable que los puestos que estos cedan en sus mercados serán asumidos por productores de capital nacional o extranjero mucho más capaces y más dispuestos de ofrecer empleos y mejores salarios.

 Y no puedo parar de insistir en la necesidad de que ya sea activado PRO-COMPETENCIA, que ya viene corriendo en su quinto año de retraso. Hoy México está enfrentando la gigantesca enramada de monopolios y carteles de producción que venían estancando su economía, y ya se está empezando a perfilar como el gran sustituto de Brasil en los países de mayor relevancia económica de Latinoamérica. La situación dominicana en ese sentido es muy similar a México, pero no estamos cerca de dar ni siquiera el primer paso.

 El sector privado dominicano es bastante propenso a reclamar reformas, pactos y evaluaciones de parte del sector público, pero ha mostrado fuerte resistencia de hacerlo para consigo mismo, lo que inevitablemente le resta credibilidad. Lo interesante de un cambio importante en el afamado “modelo económico” es que el sector privado tiene todo el poder de llevarlo a cabo por motu proprio, probablemente devengando en mejores resultados, el primer paso para ello es concentrarse un poco menos en los males del sector público y un poco más en sus propios males.

El Nacional

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