Opinión

El teléfono morado

El teléfono morado

Cuando el líder de la revolución rusa, Lenin, estaba en su lecho de muerte le envió una carta al Comité Central del Partido Bolchevique, advirtiéndole que Stalin no era hombre indicado para sustituirlo, ya que portaba una personalidad tosca, ordinaria y ruda.

El grupo de Stalin secuestró la carta, de la cual se enteró el mundo 70 años después, cuando se instaló la Perestroika y la Glasnost de Mijaíl Gorbachov, quien de Presidente ruso pasó a vender su imagen para un anuncio de cartera de mujer

Lenin no se equivocó. A pesar de que al morir tras gobernar 20 años el pueblo lo lloró, Stalin silenció sus adversarios en la tumba, dejando el ejemplo de que las luchas internas en los partidos son tan encarnizadas como las que se libran con el enemigo.

Al heredar al hombre de hierro, Nikita Kruschev denunció las atrocidades que había cometido Stalin. Un miembro del Congreso voceó: “Kruschev, y dónde usted estaba cuando eso?”.

Como había cientos de delegados en el Congreso, Nikita preguntó: ¿Quién habló?, quién habla? El silencio se expresó. Quedó en el anonimato el reclamante. Entonces, el sustituto en el poder de Stalin se respondió a sí mismo: “Yo estaba en el mismo lugar que usted está, escondido”.

Era Nikita Kruschev que estaba al mando cuando la crisis de los misiles en Cuba. El líder de occidente, presidente de los Estados Unidos, John F. Kenneddy sostuvo una reunión con el alto mando militar estadounidense para discutir y buscar una salida a la situación.

Los militares le plantearon al Presidente Kennedy que se debía acabar con Cuba. El mandatario norteamericano no solamente se negó, sino que se paró y abandonó la reunión. El hecho nos recordó a Bosch cuando le dijo a los militares que se buscaran otro Presidente porque no podía ser dictador para unos y democráticos para otros.

Ante el conflicto planteado, el entonces joven Fidel Castro se comunicó con Nikita Kruschev para plantearle que la Unión Soviética debía emprenderla contra los Estados Unidos. Terminada la conversación, Nikita solamente atinó a decir: “Fidel Castro está loco”

Nikita Kruschev se comunicó con John F Kennedy para ponerle fin a la crisis de los misiles, surgiendo un personaje electrónico de la historia de la Guerra Fría, el teléfono rojo.

Ante la crisis del PRD y producto de una ley dialéctica, de que cuando no existe el contrario del cuerpo se genera en su interior, en el PLD se han desatado contradicciones internas que se expresan en lanzamiento de “misiles mediáticos” entre partes, que solo pueden ser desactivados con un teléfono morado entre Leonel y Danilo, quienes al ser las potencias no se enfrentarían porque destruirían el universo peledeista, consecuencia prevista por Nikita y Kennedy ante el mundo.

El Nacional

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