Opinión

El toro que sí era

El toro que sí era

Oquendo Medina

(2 de 2)
La pura verdad fue que las gentes del PRM para nada recordaron y ni siquiera se preocuparon por concentrarse y enfocar al auténtico protagonista que por sí mismo trabajaba, felizmente, en medio del escenario; un escenario que por su condición de estratega comprobado y estudioso de la problemática gubernamental él conocía a plenitud.

Y entonces permitieron que el presidente Medina, quien a todas luces es un hombre y líder político honesto, humilde, eficiente, eficaz, que actúa con transparencia, estadista y boschista comprobado, gobernara sin tener diariamente que lidiar con esas típicas acusaciones estrambóticas, piedras de escándalos y absurdidades, muy propias de los que hoy día se encuentran militando en el PRM.

Ahora resulta que Abinader, Hipólito y los encargados de la estrategia de campaña, han chocado de frente con un gigantesco titán de acero difícil de vencer en una contienda electoral.

Prácticamente se han quedado sin balas que tirar en medio de la guerra, cosa ésta que confirma que marchan hacia una vergonzosa derrota. Y está bueno, muy bueno, que les pase. Así entenderán que en política los errores se pagan caro. Que sigan así, lanzando más patadas voladoras que los luchadores profesionales Jack Veneno y Relámpago Hernández.

A nadie confundirán pretendiendo desacreditar las visitas sorpresas que todos los domingos realiza el presidente a todo lo largo y ancho de la nación, mucho menos al 9 1 1, sistema de emergencia considerado uno de los mayores logros obtenido por un presidente en América Latina.

Lo cierto es que al recién formado PRM le está exactamente pasando lo mismo que le pasó al famoso hombre aquel que una vez mencionó mi maestro Juan Bosch.

Sucedió que, de repente, un hombre observó que un toro bravo venía directamente hacia él con la intención de atacarlo, y como el hombre era bizco en vez de mirar un toro miró dos. Entonces para evitar la embestida, raudo y veloz, echó a correr para que el toro no lo alcanzara.

En eso estaba cuando alcanzó a ver una casa con la ventana abierta; esa sería la única oportunidad para escapar del toro. Pero por su condición de bizco en lugar de una ventana vio dos, con tan mala suerte para él que se tiró por la ventana que no era y lo cachó el toro que sí era.

El Nacional

La Voz de Todos