Opinión

El verde y María

El verde y María

El presidente Medina retornó al país antes de hablar en la Asamblea General de la ONU dizque para hacerle frente al huracán María.

Regresó el martes 19, precisamente el día que le tocaba su turno, delegando en su inefable canciller -un hombre de grandes éxitos en el negocio de la política- su discurso dirigido a clamar ayuda para las islas caribeñas azotadas -más que por huracanes naturales- por ciclones neoliberales, latrocinios políticos y depredaciones planetarias a cargo del gran capital globalizado.

El presidente Medina llegó ese día al país como si se tratara de un Superman Anti-huracán insustituible para abatir a María, que comenzó a desplegar sus vientos y lluvias el miércoles por la noche.

Esa excusa de entrada pintó floja. Pero además, antes de Danilo partir a Nueva York, todo lo que podía hacer en tales circunstancias este Estado maltrecho e imprevisor, estaba decidido.

No se trataba de la ausencia de un gran predictor, un meteorólogo eminente o un imprescindible especialista en riesgos y contingencias de ese tipo, por lo que ese argumento evidenció tempranamente las características de un mal pretexto y exhibió una alta dosis de fantasmeo y allante. Otra vez los Joao Santana empeñados en sustituir lo real por lo virtual para cuidar la imagen del mandamás.

En verdad otra razón motivó tal decisión. En Nueva York, por los alrededores de la ONU y del hotel donde se hospedaba el monarca morado y su comitiva, rondaba otro huracán: el huracán verde que tiende a transformarse en poderoso tsunami capaz de arrasar la corrupción y la impunidad que encarna el régimen destructivo que preside el digno sucesor de Leonel Fernández, el prominente estratega Danilo Medina Sánchez.

Así las cosas, Danilo -ponderando el huracán verde como mucho más peligroso para él y los suyos- le salió huyendo a la ráfagas verdes y decidió virar para la isla a enfrentar “heroicamente” a la estigmatizada María; un ciclón incapaz de penetrar en el Palacio Nacional y en su residencia, amigo entrañable de los superblindados políticos y tutumpotes corruptos e implacable adversario del pueblo y la naturaleza dramáticamente empobrecida por el poder constituido. ¡Qué valiente el Presidente!

A eso se le agregó otro inconveniente: Mr. Trump -tacaño colonialista de tomo y lomo- no quiso recibirlo ni convocarlo al intercambio con autoridades de países caribeños, asumiendo el cuento peledeista de que Dominicana es una “gran potencia” en crecimiento que puede prescindir de la migajas imperiales.

El Nacional

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