Opinión

El voto en blanco

El voto en blanco

Ahora que el Congreso se aboca aprobar una Ley de Partidos Políticos es saludable dejar en claro algunas situaciones para evitar discusiones posteriores que llevan a poner remiendos a esa legislación.
El valor del voto en blanco y el papel de las abstenciones en los procesos electorales, deben estar claramente definidos en esa nueva ley, esto porque con la dinámica con la que se desarrolla el fenómeno democrático exige una constante actua¬lización de los conceptos teóricos a efectos de facilitar la comprensión de las reglas que rigen la configuración de las decisiones políticas.

Para empezar conviene establecer como principal diferencia entre ambos que el voto nulo es inválidamente emitido y por lo tanto no afecta al resultado final ni al escrutinio de votos.

Se considera nulo cuando se marcan dos casillas de diferentes candidatos o se introducen en el sobre objetos que no deberían. Sin embargo, en muchos países el voto en blanco adquiere valor ya que se suma a los obtenidos por las diferentes candidaturas para el reparto de los cargos congresuales y municipales.

Quienes lo emiten muestran su acuerdo con el sistema electoral, pero no con los partidos políticos, ya que al no marcar ninguna de las candidaturas confirman que no les satisfacen los aspirantes del momento.
El voto en blanco crea el espejismo de una participación más elevada, que luego no se materializa en los resultados de las formaciones que concurren a las elecciones.

Pero, sin duda, lo más común es haber escuchado alguna vez que el voto en blanco es una forma de beneficiar a los partidos más votados. Una teoría que, por otra parte, no están cierta como la mayoría piensa.

Más de un analista electoral ha mostrado confusión al momento de establecer el valor real del voto en blanco.

En España, por ejemplo, se aplica la Ley de Hondt, que es el sistema de cálculo proporcional utilizado en su sistema electoral, y que conforme a éste en cada circunscripción se excluye a las candidaturas que no hayan obtenido, al menos el 3% de los votos válidos. Luego se suman los votos en blancos a todas las candidaturas restantes.

Ahora bien, esta clase de voto tiene un significado claro, es un voto de enojo, y que la persona que lo emite está de acuerdo con el sistema electoral vigente, pero no con los candidatos.

El Nacional

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