Opinión

Empoderando a las mujeres

Empoderando a las mujeres

Resulta curioso que desde las religiones y el status quo, se haga tan difícil reconocer la igualdad reclamada por las mujeres, un colectivo que constituye la mitad de la humanidad, responsable de la otra mitad en términos rotundos: procrear, sostener, educar, etc. Lo extraordinario es que todas las religiones proclaman que los seres humanos, es decir, hombres y mujeres, tienen ante las divinidades invocadas los mismos derechos.

En este Día Internacional de la Mujer, conmemorado el pasado domingo, el lema internacional fue “Empoderando a las Mujeres, empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!”, que recrea un mundo en el que cada mujer y cada niña puede escoger sus decisiones, como participar en política, educarse, vivir en sociedades sin violencia ni discriminación.

Las mujeres no queremos ser iguales a los hombres, lo que reivindicamos es el derecho a la igualdad de oportunidades que nos permita ejercer una ciudadanía plena, como seres humanos. Esa misma condición que se apunta en las oraciones y letanías religiosas, pero nunca aterrizadas a la realidad. Las instituciones del patriarcado, y las iglesias son las mejores, impiden la práctica de esas premisas y siguen manteniendo la subordinación de las mujeres, diciendo que queremos “ser hombres” y desautorizando, por supuesto, las demandas feministas.

La distorsión del concepto de igualdad de género, mantiene al colectivo de mujeres en la subordinación de hecho, porque la cultura patriarcal es primero de todo, dicotómica y doble moral. Todas las proclamas y manifiestos a propósito del día de la mujer, nacional e internacionalmente, aluden a la permanencia de las brechas de género, a pesar de los cambios legislativos y sociales de los últimos veinte años.

En este contexto, la Comisionada Tracy Robinson, Relatora sobre los Derechos de las Mujeres y Presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, resaltó que “los obstáculos en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos en la región, donde las mujeres y las niñas se ven obligadas a continuar embarazos ponen en riesgo sus vidas, o que son resultado de una violación sexual, debido a que el aborto está criminalizado bajo toda circunstancia”, considerando “grave la falta de educación sexual y de acceso a información sobre salud sexual y reproductiva, e impidiendo que las mujeres puedan tomar decisiones autónomas sobre su salud sexual y reproductiva”.

La igualdad de oportunidades, no es un reclamo, tampoco un ruego ni una súplica, es un derecho, por cierto, también religioso. Nada de otro mundo y mucho de este. Postergarla, atrasa a la humanidad.

El Nacional

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