Opinión

En el monumento

En el monumento

Solidaridad con Haití
Empresarios de esta zona con negocios permanentes en Haití han sido los primeros en acudir solidariamente con los vecinos. La semana pasada empleados y empleadores acudieron a extender, con lo que han podido, su mano amiga a los miles de destechados. Han prestado equipos pesados para abrir carreteras y caminos dañados por el huracán Mattew.

Han entregado cientos de libras de alimentos, medicamentos y materiales de construcción. Mucha de esa ayuda envida a Haití de manera silenciosa ha servido para alimentar a niños hambrientos, para dar abrigos, sanar heridas de afectados físicamente. En varias compañías ya adelantaron los propósitos que hoy inicia como ayuda oficial de la República Dominicana. Ya decenas de manos amigas se tendieron para otra vez decir al vecino aquí estoy.

El Cibao marcó el camino, empleadores y empleados han visto de otra forma la desgracia de una sociedad saqueada por su clase gobernante desde hace años. La solidaridad no tiene nombre, ni apellidos. Pero hay que destacar las donaciones de humildes empleados que se desprenden de una ropa, de botellas de agua y alimentos.

Este gesto que silenciosamente ha hecho camino desde hace varios días es solo una mano ante el necesitado y vapuleado por las furias de los vientos y las lluvias de aquel huracán. Si hacer negocios con los haitianos es bueno, ayudarlos en este nuevo drama para que se levanten de la desgracia natural que nueva vez le golpeó con crudeza, es un gesto que merece un aplauso. Mañana ellos habrán de despertar y verse de nuevo ante quienes están ahí en los momentos buenos y en los de desgracia y dolor.

Desalojo

Un brutal desalojo fue realizado el pasado viernes contra una gran cantidad de familias que ocupaban unos terrenos en litis en el residencial Cerros de Doña Julia, al sur de Santiago. Cumpliendo con una sentencia decenas de agentes policiales y equipos pesados les destruyeron las viviendas a centenares de familias que habían levantado casas en el lugar en la madrugada, tras varios reclamos de los propietarios de los terrenos.

El proyecto comprende 252,712.45 metros cuadrados, que habían sido vendidos a quienes allí habitaban. El desalojo hecho de forma atropellante laceró la conciencia de gente sensible que vio maltratos y atropellos a granel. Nunca me imaginé ver a policías lanzando adultos y menores como si fuesen cerdos o vacas.

Nunca imaginé que presenciaría niñitos llorar junto a sus padres viendo sus techos ser destruidos. Ese desalojo con una inusitada presencia policial dejó apresados y golpeados y una gran discusión pública. Me dolió pensar que desde la Oficina de abogados del Estado y la policía se prestara ante esa bestialidad. Nada me vincula a ese barrio o su gente. No creo conocer a nadie de allí, pero fue un acto cruel. No me imaginé nunca que el general Víctor Hernández, director del Comando Cibao Central de la PN, prestaría sus tropas para ese atropello humano. Hay otras formas de hacer las cosas. Dónde está el poder de la palabra, del diálogo, de la persuasión.

El Nacional

La Voz de Todos