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En la novela “La Colmena”, de Camilo José Cela

En la novela “La Colmena”, de  Camilo  José Cela

Camilo José Cela, un premio Nobel con una increíble capacidad para interiorizar el impacto que la realidad le producía en lo más recóndito de su alma, como interiorista precoz, entendió el dilema de la sociedad española de posguerra, entendió el drama humano en lo individual y en lo grupal y lo narró así:

“En la calle de Torrijos, un perro agoniza en el alcorque de un árbol. Lo atropelló un taxi por mitad de la barriga. Tiene los ojos suplicantes y la lengua fuera”.

Esa era la sociedad española. Eso era lo que había dejado la guerra, ese perro herido con ojos suplicantes y lengua fuera, incapaz ya de pronunciar palabras, incapaz de ladrar, imposibilitado de morder.

“Unos niños le hostigan con el pie. Asisten al espectáculo dos o tres docenas de personas.”

El franquismo, la dictadura impuesta por el bando nacional de la Guerra Civil que venció y que gobernó a España desde 1939 hasta noviembre de 1975, cuando murió el general Franco, había estructurado esa sociedad que funcionaba como un perro partido por la barriga, con los ojos suplicantes y la lengua fuera.

¿Qué solución podría encontrársele a aquel dilema? Camilo José Cela lo encontró:

“Unos basureros se acercan al grupo del can moribundo, cogen al perro de las patas de atrás y lo tiran dentro del carrito. El animal da un profundo, un desalentado aullido de dolor, echando vapor al aire. El grupo mira un momento para los basureros y se disuelve después. Cada uno tira para un lado”.

Entre las gentes hay, quizás, algún niño pálido que goza —mientras sonríe siniestramente, casi imperceptiblemente en ver como el perro no acaba demorir…

El tema no hace fuerte la novela. Los temas son tres: la vida, la muerte y el amor. Y aunque son infinitos en sus manifestaciones, están bien delimitados. Es la narrativa la que hace perdurable la novela. Ninguna novela se hace imperdurable por el tema, pues en sus diversas manifestaciones la vida, la muerte y el amor van transitando con la historia, creando con nuevos sentires, nuevas visiones.

Camilo José Cela vio mucha gente caminando y sintió dentro de ellos la soledad que le rajaba la vida porque todos los que van y vienen, todos los que venían e iban sentían que su libertad, que su capacidad para amar y ser amados había sido robada.
Hay tres cosas a la que ningún escritor, en el sentido creador de la palabra, puede renunciar: la honestidad, el amor y el humor. En las más desastrosas calamidades del dilema humano, el creador está obligado a poner la sonrisa en los labios del lector.

Camilo José Cela logra, mantiene vivo el humor, especialmente cuando narra el apresamiento de un homosexual al cual se le acusa, por el simple hecho de ser raro, de matar a su propia madre. Y solo la sonrisa dentro de aquel drama, solo ese lenguaje universal, podía devolver la esperanza.

Ese hecho narrado como fue narrado era como un viento de la mañana que se llevaba todo y dejaba entre los oídos el llanto de un ruiseñor, dejando aparecer en la mente del lector la mula que cargaba el árgana de la libertad.

A Camilo José Cela se le ocurrió que la España de posguerra era La Colmena: ¡Y era la colmena¡ una rara colmena, porque todos trabajaban para la Reina, que no existía, y la Reina, que no existía, trabajaba para morirse.

La Colmena, que la dictadura impidió publicarse en España, fue publicada en Buenos Aires, Argentina, en 1951, finalmente se publica en España en 1963. La gente empieza a leerla y a entenderse, tanto, que 14 años después, en 1977, la dictadura franquista quedaba enterrada. Para decirlo con palabras de Camilo José Cela, La Colmena fue “saltando de cruz a cruz, meciéndose en las ramas desnudas de los árboles”.

Y nunca faltó “una niña pasando en bicicleta por el sendero; que iba cantando, con su tierna voz, una ligera canción de moda. Todo lo demás es suave silencio, grato silencio”. Franco muere en 1975 y España siente un bienestar inefable.

El autor de este artículo es escritor y miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua.

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